LXXXIII. Símbolo

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Rey despertó con el cuerpo adolorido. No sabía muy bien si era por el alcohol que había bebido anoche o por el increíble encuentro íntimo que tuvo con Ben. De solo recordarlo, una espontánea sonrisa se dibujó en su rostro.

Se acomodó a su lado, para poder observarlo dormir profundamente por largos minutos, sin lograr contener un suspiro, enamorada y agradecida de su presencia. Tomó el borde de las mantas para arroparlo y se levantó con cuidado, caminando hasta la mochila que habían traído y que se encontraba en una silla. Su estómago rugió en cuando pensó en la comida, por lo que sacó una barra de alimento, partiéndola por la mitad, para no desperdiciar sus propias provisiones.

Ben se removió en la cama casi 15 minutos después, al notar que ella no estaba. Abrió los ojos con lentitud, viéndola sentada frente a la mesa de la habitación, con su polera puesta y mirando atentamente la hologuía

- ¿Buscando nuevas ideas? – Preguntó divertido, flexionando sus brazos detrás de la cabeza

- Hay cosas interesantes aquí – Respondió ella, levantándose para ir donde él

Se quedó parada a los pies de la cama, lanzándole una mirada lujuriosa que Ben correspondió. Rey gateó por su cuerpo, hasta llegar a su boca y pasar la lengua suavemente por sus labios.

Le sonrió embobado, sintiendo todo su cuerpo estremecerse por aquella simple acción

- Quiero hacer algo contigo - Dijo Rey en un susurro

- También yo – Respondió – Sube un poco más – Le solicitó, tomándola por los glúteos para levantarle las caderas

Serpenteó un poco por debajo de ella, hasta encontrar su sexo, atrapándolo afanosamente en su boca. Rey cerró los ojos, mordiéndose los labios y gimiendo en su garganta, mientras apoyaba las palmas de las manos en el muro

En cuanto Ben le mordió los muslos, las piernas de ella temblaron.

- ¿Dijiste que querías hacer algo conmigo? – Preguntó él, deteniéndose y volviendo a su posición inicial

- Siéntate con las piernas cruzadas – Le pidió

Ben, un poco confuso, se reincorporó para cumplir su petición. Ella se sentó encima, envolviéndolo con sus piernas alrededor de la cintura y colocando los pies contra sus nalgas. Él aprovechó de quitarle la polera y ambos se miraron a los ojos, con anhelante apetito, al tiempo que sus caderas buscaban el sexo del otro.

Rey apegó su frente a la de él cuando sintió que la penetraba, teniendo que afirmarse con una mano al respaldar de la cama, para poder moverse con cierta libertad. Ben la abrazaba, jadeando acompasadamente, mientras seguía su ritmo con suavidad.

Aun cuando se inclinaban hacia adelante y hacia atrás, todo era lento, profundo... íntimo. No se estaban amando en un arrebato, sino que en una placentera armonía que incluso los llevó a sincronizar sus respiraciones, sin siquiera haberlo planeado.

Notaron que el orgasmo estaba cerca y se movieron con un poco más de ímpetu, hasta que el vínculo en la fuerza se activó, entumeciendo sus cuerpos e inundándolos de aquella esperada satisfacción compartida.

Respiraron agitados, aferrados el uno al otro y sin soltarse un solo centímetro, como si quisieran mantenerse compenetrados.

- Te amo – Le susurró él al oído, con voz trémula

- También te amo, Ben – Contestó ella buscando sus labios

Se besaron con ternura, regalándose ambos una dulce sonrisa, con los corazones satisfechos por aquel encuentro

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