Tres semanas después, Irina ya había perdido la esperanza de que sus hermanos llegaran al pueblo. Ya todos en la casa estaban al tanto de que ellos llegarían a Hills Town, incluso Bernarda, así que todos estábamos atentos a rostros nuevos. Pero ya habían pasado casi dos meses de que recibió noticias de que irían y nunca recibió más nada.
Creíamos que quizá ellos ya estaban en el pueblo y que no nos habíamos dado cuenta de que estaban allí porque quizá no salían de su casa. Tal vez tenían miedo de toparse con Irina y evitaban estar en la calle la mayor parte del tiempo.
La escuela aún no había comenzado, y si Irina recordaba correctamente sus edades, ella tendría que estar en nuestras mismas clases. Y él, estaría entrando en su último año, como Cato. Así que si mi teoría era cierta, no habría forma de esconderse la próxima semana, cuando las clases comenzaran.
Iba en mi motocicleta hacia el Café de Stan. No sabía si iba a beber algo allí, o comprar donas para llevarlas a casa. Me gustaba sentarme allí solo y observar la gente que pasaba, pero estaba acostumbrado a llevarlas a casa y compartirlas con algunos de mis hermanos.
Detuve la moto, crucé la calle y entré en el Café de Stan, preguntándome si me iba a quedar allí o no. Pedí las donas y el café para llevar, porque estaba algo caluroso como para quedarme dentro de la cafetería. Y aunque sentía el aire acondicionado, había bastante gente allí dentro.
—En unos minutos estará tu pedido —me hizo saber el empleado.
Me aparté de la fila y perdí el tiempo durante unos cuantos minutos hasta que mi pedido estuvo listo. Cuando tuve mi café y bolsa de donas en la mano, salí del Café y me senté en mi motocicleta. Como si fuese a arrancarla, pero me quedé allí, bebiendo el café. Colgué la bolsa en el manubrio para poder utilizar ambas manos.
Nunca había creído en el destino y las casualidades para mí no existían. Pero desde que llegué a Hills Town, muchas cosas me hicieron cambiar de opinión. Llegué siendo un niño y el pueblo me forjó a ser de una forma distinta. Y supe en ese momento cuando el destino me obligó a subir la cabeza, que era real.
Una chica caminaba por la acera de enfrente, con una de sus manos en el bolsillo de sus shorts de jean y en la otra, tenía un café de Stan. La mirada perdida en todo lo que veía frente a ella, como si no conociera el pueblo. Su cabello castaño y un poco ondulado estaba sobre sus hombros mientras movía las piernas algo distraída. Parecía tener audífonos puestos porque cada tanto movía un poco la boca, como si estuviese cantando.
Parecía que acababa de salir del Café de Stan por el vaso descartable en su mano. Bebí de mi café, aún sentado en la motocicleta. Parpadeé un par de veces, preguntándome por qué su rostro me era familiar. Pero en vez de generar preguntas, solo la observé caminar.
Ella no se percató en ningún momento de que la estaba mirando, al contrario, no estaba prestándole la más mínima atención a algo que no fuese su café o la música que estaba escuchando. No supe cuánto tiempo pasó, pero ella ya había hecho casi una cuadra y media y se veía algo pequeña desde mi perspectiva. Entonces dobló cuando llegó a la esquina, y la perdí de vista.
Tomé el último trago de café que quedaba en mi vaso y lo tiré en el bote junto a mí. Arranqué la moto e hice esas dos cuadras que ella hizo en tres minutos en solo diez segundos. Doblé dónde ella lo hizo y bajé la velocidad, porque no podía haber ido tan lejos, a pesar de que no la veía.
Y tal como creí, ella seguía allí. Caminando, despreocupada. La seguí a una distancia prudente y a una velocidad mínima, porque no quería que me notara. No quería asustarla, aunque tampoco iba a oír el motor con los audífonos. Pero de todas formas, me mantuve lejos.
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Controversia (Saga completa)
FantasiAlison Hock, arrastrada por su hermano a un pueblo desierto llamado Hills Town, comienza a vivir nuevas experiencias. Tras conocer a los hermanos Clarke, quienes despertarán una intriga en ella, se dispone a conocerlos mas de cerca. En el medio de t...