stiles stilinski.

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Observé las pecas de Stiles mientras él miraba con mucho interés a Lydia.
Nos podíamos pasar las clases enteras así, él mirándola a ella y yo, mirándolo a él.
Había memorizado donde se encontraba cada una de sus pecas, y había contado las que era capaz de ver, en cierto modo supongo que tener un enamoramiento con él desde primaria había dejado rastros.
Habíamos sido cercanos, más nunca amigos. ¿Por qué? Él nunca había querido acercarse a mí, y yo era demasiado tímida para hacerlo.

—¿Arriesgar y ganar o fracasar sin haberlo intentado? —Salió de los labios del coach, haciendo que Stiles sonriera y yo apartara la mirada.
Que fácil parecía ante los ojos de todo el mundo.

Scott alargó su brazo hasta mí, pasándome un pequeño trozo de papel con una caligrafía un tanto desastrosa en el; "Cuándo te atreverás a hablarle. No pierdes nada."

Observe aquella nota, para después ver como Stiles era una vez más el centro de atención, lo hacía sin querer pero lo hacía. Y de repente, un condón se cayó de su bolsillo haciendo que de mis labios saliera un suspiro.

Allí estaba la prueba de que no podíamos ser nada, Scott me miró y yo me encogí de hombros. Él hizo una pequeña mueca, como si estuviera apoyándome desde aquella distancia.

Entró la secretaria, llamándole y pude verle salir, una vez más absorta en mis pensamientos. Stiles era guapísimo, inteligente y a veces un desastre, pero no estábamos ni tan siquiera destinados a ser amigos.
Estuve toda la clase ausente, al menos en cuanto a atención se refiere.
Pasaron un par de horas, un par de clases en las cuales debía coincidir con Stiles pero no estaba. Y aquello hizo que mi estómago se revolviera cuando lo vi aparecer por uno de los pasillos y caminar hasta mí, envolviendo su brazo alrededor de mi hombro para caminar a mi lado.

—Juliet, necesito un favor.

—Yo... no quiero meterme en líos, Stiles.

—Te prometo que estarás fuera de ellos antes de que te des cuenta.

Y con aquellas palabras, supe que nunca iba a estar fuera, al menos no durante el tiempo que siguiera viéndolo a diario. Y realmente no quería estarlo, podía acostumbrarme a su presencia por un tiempo más.

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