Brett Talbot.

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En continuación con el anterior.

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Observe mis apuntes mientras la imagen de Brett sonriéndome cuando le pedí ayuda para que me enseñara como tirar el bolo se repetía una y otra vez en mi cabeza. El rubio se había ido antes de lo que todos, sin embargo se había ofrecido a dejarme en casa. Stiles se ofreció a llevarme también y a pesar de desear irme con Brett, lo más sensato era que me marchara de allí con Stiles y así fue.

Escuché unos golpecitos en mi puerta y pude observar la cabecita de Stiles allí mirándome.—Tenéis que mejorar la seguridad de vuestra casa, Lola.

—Creo que sois los únicos que sabéis como colaros. —Bromeé, y de detrás de él salió Scott con una sonrisa que le hacía parecer menos culpable que a Stiles.

—Te hemos estado llamando, hay fiesta en casa de Lydia. ¿Vienes? —Una vez más el pecoso me preguntó haciendo que yo negara con la cabeza.—Si no me equivoco Lydia ayer invitó a... ¿Brett?

Abrí los ojos sorprendida ante sus palabras y el se introdujo en mi habitación sentándose en la cama.—¿Y qué tiene que ver eso?

—Venga ya, cuando está alrededor estás en modo ensueño, no te reconozco.

—Stiles... —Le advirtió Scott y suspiré resignada, no me apetecía pelear. —El caso es que, queremos que vengas con nosotros... Ya sabes, ¿lo de los viejos tiempos?

Eso significaba emborracharnos los tres y hablar de la vida, asentí entusiasmada con la idea. Aquellos dos me ocultaban cosas y quizá borrachos les resultaba más fácil decírmelo.

—Vamonos. —Observe como Stiles miraba de arriba a abajo mi atuendo, iba en unos vaqueros y un suéter pero su mirada me advirtió de que no llevaba puestos los zapatos y en cierto modo se lo agradecí.

[...]

Cuando llegamos a la fiesta pude observar el lugar, había estado en varias fiestas de Lydia y esta era una más, nada fuera de lo común.
Lo que no esperaba era ver a Brett con una chica morena hablando en uno de los sofás, demasiado cerca y aquello me arruinó en cierto modo los planes.

Stiles tiró de mi brazo en dirección a las bebidas y me echó en un vaso vodka y limón, se conocía de memoria mi bebida favorita.

Estuvimos observando a la gente y después caminamos hasta fuera de la casa, sentándonos en el césped y observando como Scott venía hacía nosotros.

—Hey, vosotros. ¿Me estabais esperando? —Sacó de su chaqueta una botella de ginebra y aquello me hizo suspirar agradecida.

—Te adoro Scottie.

Y aquella noche me enteré de un gran secreto, Scott era un... hombre lobo, Brett también lo era y había muchos de ellos. Al final de la noche Scott y yo nos besamos, fue su manera de calmar mi ataque de pánico mientras Brett nos observaba desde la lejanía del jardín.
Después de aquella noche no se atrevió a acercarse a mí nunca más.

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