Paso mis manos por sus mejillas, asegurándome de que estuviera de acuerdo con esto y entonces me siento en sus piernas sin dejar de sonreír.
—¿Babe? —Su voz suena ilusionada, su cara lo demuestra.
—Relajate...
Murmuro, empezando a dejar besos por su cuello, escuchando un suspiro salir de sus labios y siente como desliza sus manos por mi espalda, acariciándola.
Subo poco a poco, mientras que mi cadera se mueve, haciendo que mi cuerpo roce con él, y entonces un jadeo se le escapa.
—Babe... —Es lo último que escucho antes de estar tumbada en la cama, con su cuerpo encima del mío. Y con una de sus rodillas presionando mi entrepierna.
—Th...theo, así no era el juego. —Consigo hablar, desconcentrada por los besos que él va dejando por mi mandibula bajando hasta mis clavículas. Y entonces sus manos rompen la camiseta de él que llevaba.— ¡Eso era mío!
—Que suerte que tengas un montón de esas en el armario.
No le hace falta decir nada más ya que cierro los ojos y le dejo hacer. Siento como sus besos bajan hasta mis pechos, dedicándose a admirarlos y dejar besos alrededor de ellos.
Suelto un suspiro, y él alza la mirada para sonreirme es entonces cuando sus manos se aventuran a bajar mis bragas, dejándome completamente expuesta a él.
—Y pensar que antes me odiabas y ahora ruegas por mi tacto. —Su sonrisa de victoria hace que una carcajada salga de mis labios y lleve mi mano hasta su pelo.
—Yo nunca ruego ante ti, tú me das lo que necesito.
—Cierto, bebé. —Sube hasta dejar un beso en mis labios, y cuando su lengua se introduce en mi boca, siento como uno de sus dedos empieza a hacer presión en mi clítoris, moviéndose en círculos y haciendo que yo rompa el beso con un jadeo.
De un momento a otro, Theo deja de tocarme y de manera rápida me tapa con la sábana, y justo en ese momento se abre la puerta.
—¡SCOTT! ¡Idiota!
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One-Shots.
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