Allí estaba yo, fijándome en como mi chico se dedicaba a jugar a lacrosse, rodeado de Scott y Stiles, que trataban de conseguir no sé qué cosa de él.
Aquellos adolescentes me desesperaban, Brett no era malo, no le había hecho nada a nadie y su carácter depende del momento era bueno, a parte de que jugaba de una manera que impresionaba.
De un momento a otro, un rayo se hizo presente con tiempo después el trueno resonando, aun que estaba claro que aquello no iba a parar el juego la gente que había sido precavida tenía un paraguas, y por suerte me incluía entre ellos.Lo abrí, escuchando como el entrenador pitaba diciendo que iban a hacer una breve pausa y de un segundo a otro, vi a Scott correr hacía los vestuarios.
Un tanto curiosa, fui detrás de él, a parte de para preguntarle qué quería de mi chico, para saber si todo estaba correcto. Y justamente cuando pasaba fui arrinconada contra una taquilla con él mirándome con sus ojos amarillos.—¿Por qué? —Gruñió, y yo lo observé alzando uba ceja sin entender a que se refería.— No paro de escucharte animar a Brett y pedirle que nos machaque, ¿por qué?
Sonreí, un tanto divertida. Y ahí estaba el ex novio que había dejado hacía unos años, sus celos eran lo que lo cagaba todo, llegaba a ponerse incuso celoso de Stiles y eso no podía ser.
—Brett es mi chico, no tú. —Le di un golpecito en el pecho con el dedo índice para ver si de aquella manera se enteraba.
—¿A caso se te olvida todo lo que hemos pasado? ¿Cuándo me quedaba a dormir contigo y acabamos llegando tarde porque siempre nos entreteniamos dándonos besos?
Escuché un gruñido detrás de él, y como pude asomé la cabeza para encontrarme con mi chico mirándonos y apretando sus manos para no lanzarse encima de él y apartarlo de mí.
—McCall, alejate de mi chica. —Caminó, hacía nosotros y yo como pude huí de sus brazos para llegar a los del mayor y sonreirle tratando de calmarlo.
—Brett, bebé... Ya está. —Hablé, notando como dejaba de mirar a Scott para mirarme a mí, y en ese momento me di cuenta de que todo iba mal, no me sonreía ni me besaba como siempre hacía.
—Podías haberte apartado de sus brazos. —Habló, antes de abandonar los vestuarios. Miré a Scott que se disculpaba con la mirada; se acercaba la luna llena, debía haberme dado cuenta al principio.
Maldiciendo en voz baja, corrí hacia el campo, llevándome la sorpresa de que allí no estaba Brett y tampoco sus cosas.
Había abandonado el partido por mí, y en aquellos momentos la lluvia empezó a caer más fuerte, haciéndome sentir un tanto más culpable.
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One-Shots.
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