Analicé al Slytherin con la mirada, no sabía en qué momento el había entrado en la clase que compartíamos Gryffindors con las serpientes pero, desde que él había llegado se había llevado toda mi atención.
En cuanto el profesor explicó que Malfoy había estado haciendo Armontentia entrecerré los ojos, conocía perfectamente aquella poción; olía a la persona que más amabas y cuando más intenso fuera el olor significaba que estabas completamente enamorada.
Yo me dediqué a mirar a aquel chico con atención, notando como él me daba alguna que otra mirada de reojo.
–Huelo a perfume, uno dulce mezclado con aroma de libros recién comprados.–Toda la clase había empezado a prestar atención al rubio, Hermione me fulminó con la mirada. Esa leona y yo no nos llevamos bien, intenta creerse que es la más inteligente del mundo y no admite que se ha equivocado.
–Señorita Blackhorn, acerquese y diganos su opinión. –Cuando escuché mi apellido me giré rápidamente y caminé hacía la mesa de mí amor platónico desde hacía algunos años. Cuando estuve lo suficientemente cerca me incliné y aspire el olor, la menta inundó mis pulmones, haciendo que tosiera y alejara aquella poción de mí.
–Huelo a pollo frito.–Mentí, sí decía la verdad iba a ser demasiado obvia y eso sería mi perdición.
Noté la mirada del Slytherin puesta en mí, como si estuviera analizando si decía la verdad o mentía. Durante unos segundos noté como su mirada cambiaba, a una con rabia.
–Estas mintiendo. –Dijo cuando todo el mundo había vuelto a sus lugares pero yo por algún extraño motivo me había quedado allí, junto a él. –A ti no te gusta Weasley, estoy seguro.
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