Derek Hale.

3.2K 193 2
                                    

Dos años llevaba en Beacon Hills, en esos dos años habían pasado muchísimas cosas, desde el cambio de mi novio, Scott, pasando de ser un friki a ser uno de los más conocidos, haciéndose amigo de una tal Allison. Hasta Derek volviendo al pueblo, con la seriedad que según decían era característica de él.

Y, en estos momentos me di cuenta de que no servía de nada el seguir alargando lo mío con Scott.

Él no me amaba, sus sonrisas iban dirigidas hacía ella. La nueva.

—Eh, Scottie.

—¿Mh?

—Creo que lo mejor es que no continuemos con lo nuestro. —El giró completamente su cabeza, dejando de  mirarla a ella para mirarme a mí.

—Venga ya, sólo es una mala rach... —No pudo acabar ya que ella, Allison, estaba llamándole.

—Da igual, Scott. Ambos sabemos que ella te gusta, y las personas que te quieren te dejan ir para que seas feliz.

Murmuré levantándome de aquella mesa y saliendo de la clase. Sentía que a pesar de creer que estaba preparada mi corazón estaba roto. Y es que, de estar acostumbrada a contar con él a de repente dejar de hacerlo me parecía un cambio enorme.

Salí del Instituto con la mochila en mi hombro, y con la cabeza agachada para así no establecer contacto con nadie.

—Eh, tú. —Escuché delante de mí.— Niña, te estoy hablando.

Alcé la cabeza, encontrandome con unos ojos verdes que me contemplaban. Estaba claro que me conocía, me había visto junto a Scott en repetidas ocasiones.

—¿Estás bien? —Sus cejas se levantaron, mientras yo asentía con la cabeza, sin musitar ni una palabra.— Necesito ayuda con algo.

—No es mi mejor día, Hale.

—Que suerte, porque el mío tampoco.

Y tras aquella palabra me cogió de la mano, para acto seguido tirar de mí en dirección a su Camaro, aquel coche era una absoluta fantasía, al igual que ir cogida de su mano.

—Hale, no quiero meterme en líos.

—Yo tampoco, sólo necesito alguien que me cuente su vida para olvidarme de la mía.

—Eso significa llorar, y dudo que desees eso.

—Pruebame.

Me guiño un ojo, para después soltar mi mano mientras abría el coche, subiéndose al asiento del conductor.

¿Era una locura? Sí. Pero sentí que de esta pequeña situación podía salir algo muy grande.

One-Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora