Theo Raeken.

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Pude observar al chico frente a mí, sonriendo como de normal, y yo le guiñé un ojo. 


—Te quiero muchísimo. 

—Venga ya bebé, yo te quiero más. —Y con aquellas palabras se acercó hasta mi cara y dejó un beso en mi frente.

Tragué saliva, iba a ser difícil la despedida. Y más porque él se iba junto a Scott a resolver quien sabe qué asuntos, porque a mí me mantenían lejos de todas las movidas que ellos tenían entre manos.
Él cogió una de mis manos y la apretó con fuerza, para acto seguido dejar un beso sobre ésta.

—Cielo, tengo que contarte algo... —Comentó Theo, antes de ser interrumpido por Malia, la cual se acercó a mí y me miró extrañada.

—¿Por qué tienes dos corazones? 

Miré a la chica con una ceja levantada, no entendía dos mierdas de a que se refería, y por su mirada pareció hilar aquel misterio.

—¿Estás embarazada? —Preguntó, haciendo que yo alzara una ceja, divertida.

—Venga ya, Malia. 

—Cielo... —Volvió a tratar de hablar Theo, pero una vez más fuimos interrumpidos, sólo que esta vez por Peter.

—¡Felicidades pareja! Me encantan las mamas, por lo que no dudes en llamarme sí quieres compañía. —Me guiñó un ojo, con su sonrisa de gilipollas, como siempre.

—¡Que no estoy embarazada! —Grité, pero Theo apretó mi mano, y yo lo miré, furiosa.— ¿Por qué coño dicen eso?

—Porque sí lo estás, cielo. En tu estómago hay algo latiendo, y dudo mucho que sea un pez. —Trató de bromear mi pareja, a lo que yo gruñí, frustrada y me alejé de aquella panda de idiotas, qué iban a saber ellos. 


—¡Felicidades pequeña Stilinski! —Gritó Scott bajandose de su moto, a lo cual le respondí sacandole el dedo anular. Eran gilipollas.


Una semana después, descubrí que sí estaba embarazada. Y al mes, supimos que iba a ser un pequeño Raeken. Lo cual me hizo llorar hasta no poder más.

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