Derek Hale. [Young]

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Solté un gruñido mientras pasaba mi mano por mi pelo, frustrada. A veces el coach me frustraba, era muy mala jugando a baloncesto y aquello era algo que él no entendía y por eso me pasaba horas y horas, practicando cuando ya no había nadie rondando por la pista de baloncesto.

Decidida a seguir con aquel entrenamiento, até mi pelo en una coleta. Así al menos tendría más libertad a la hora de movermw. Me situé preparada para lanzar a canasta cuando un gruñido me interrumpió, haciendo que me girara rápidamente.

—Tu posición es una basura. —Habló la voz de aquel chico, era Derek Hale. Todo el instituto lo conocía porque él era realmente bueno en aquel deporte. Además de que era uno de los más populares entre el equipo.

—¿Oh en serio? No me importa. —Le respondí encogiendome de hombros, aún con el balón en las manos.

—Mira, si no vas a hacer nada útil aquí, pirate que otros sí vamos a entrenar.—Contestó el pelinegro con altaneria, a lo que yo fruncí el ceño y solté un jadeo. Aquello no me lo esperaba, yo había llegado antes que él.

—No me vas a decir que hacer. —Intenté que aquellas palabras salieran iguales que las suyas pero mientras decía aquello él se iba acercando más y más.

—¿Ah no? Venga, torpe, tira y si encestas te ayudaré a entrenar y si no lo haces, harás lo que yo te diga.—Me guiñó un ojo, acababa de meterse en un lío, me encantaban los desafios y nunca me rendía. Por lo que, mientras él me observaba me giré y me puse cara a la canasta. Mi respiración era pausada y notaba la impaciencia que el chico tenía.

Cerré los ojos durante un segundo y cuando los abrí, mis manos lanzaron aquel balón hacia la canasta, chocó contra el tablero y el aro repetidas veces. Y cuando se suponía que iba a caer fuera, se metió. Haciendo que el chico que se encontraba detrás mío soltará un gruñido al recibir la mirada de victoria que le dediqué cuando me giré.

—Soy Paloma y recibiré gustosas esas clases. —Le guiñé un ojo y él se acerco a mi, quedando a centimetros. Dirigó su boca a mi oído, estaba tan cerca que un maldito escalofrío recorrió mi cuerpo. Tan cerca que noté como mis pulsaciones se alteraban.

—Derek Hale, aunque creo que ya lo sabías, ¿no, bonita?

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