Sus garras se habían deslizado por mi cuello, y justo en ese momento todo se calmó.
Cuando volví a abrir los ojos me encontré con él y sus ojos preocupados. Peter Hale, técnicamente el hombre que casi me asesinaba estaba preocupado por un rasguño de parte de parte de Theo. El jodido Theodor Raeken, cuando traté de levantarme, me encontré con que era incapaz.
Volví a caer absorbida en mi sueño, mi profundo sueño.
—Hey, tú. —La voz de Peter se filtró por mis oídos, yo rodé los ojos, tratando de seguir con mi vida e ignorarlo. Pero, antes de que yo pudiera dar un paso más, Peter ya había hecho que mi cuerpo quedara acorralado entre el suyo y una de las taquillas.
—Joder, dejame en paz. —Le ordené, mirandolo de manera fija a los ojos. Podía sentir su rabia, y también la química que solo nosotros dos eramos capaces de tener en aquellos tiempos de colera.
—No.
Fue lo último que escuche de su boca, ya que en ese momento él la deslizó dejando besos a lo largo de toda mi mandibula, mi cuello. A lo largo de mis claviculas. Haciendome soltar suspiros, y eso hacía que él absorbiera de aquellos lugares, tratando de dejar su marca, cosa que lograba.
—Peter... para. —Logré susurrar, y fue cuando él levantó la cabeza y me observó. Sus ojos estaban azules, eran un azul más claro que el mar. Era algo que demostraba que él no era normal. Y solo por ese motivo, algo dentro de mí se encendió aún más.
Sin obedecerme, me capturó en sus brazos y me llevó a los vestuarios de los jugadores de baloncesto. Dejandome apoyada en uno de los banquillos, lo que hizo que él se posicionara encima de mí y tuviera acceso directo a todo mi cuerpo.
—Frename si así lo quieres, amor. —Lo escuche, y entonces sus manos viajaron a mi pantalón, abriendolo y desabrochando la cremallera. Antes de que pudiera decir nada más, sus dedos se colaron por debajo de mis bragas incluídas. Y fueron directos a mi sexo. Meneandose sobre él, y en algún momento introduciendolos.
Lo cuál hacia que yo soltara gemidos, pequeños gemidos.
Y entonces, mis ojos se abrieron, me volví a encontrar su rostro preocupado.
—Hola, preciosa. —Su voz me hizo sentir como en casa, como si hiciera años que no me había sentido.
—Peter Hale, jodido estúpido. Debiste haberme dicho que tú y yo nos conociamos de antes.
Y es que, él no había tratado de matarme, estaba salvandome. De mi propio caos.
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One-Shots.
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