—Se puede respirar el estrés en este lugar —declara Fer mientras se sienta en nuestra mesa de la cafetería—. Estoy nadando en un mar de estrés ajeno.
—¿Aún hay arroz con leche? —le pregunto al ver el postre que sostiene en su mano.
—¿En serio? —me mira con ligera reprobación—. Ya te comiste dos.
—Eh —interviene Joaquín—, mi novio lidia con el estrés comiendo arroz con leche, déjalo.
—Gracias —le digo con dulzura a Joaco—. ¿Aún hay o ya no? —vuelvo a preguntarle a mi amiga.
—Sí, todavía hay —me responde.
—A huevo —celebro.
—Yo te lo traigo, voy a comprarme un café —me dice Joaco, levantándose de la mesa y acariciando mi hombro.
—Ya llevas dos ca... —empieza a decir Fer. Joaco le lanza una mirada de reproche y ella se calla de golpe—. Ok, no les diré nada por sus hábitos poco sanos para lidiar con el estrés.
—El estrés no es sano de por sí, Fer —señala Jen, que ve con desprecio a su libreta de cálculo.
—La vida no es sana —murmura Angie, con su mirada perdida en un libro.
Chava y Josh no despegan la vista de los libros y apuntes que tienen sobre la mesa, y Fer los mira con preocupación, sobre todo a su novio, que lleva más tiempo que nadie sin dejar de estudiar. Una alarma, justo en el celular de Josh, empieza a sonar, y los hace a ambos levantar la vista por fin.
—Cinco minutos de break —dice Chava.
—Quedamos en qué iban a ser dos minutos —discute Josh.
—Sí, pero necesito ir al baño —replica Chava, levantándose de la mesa y encaminándose a paso rápido hacia afuera de la cafetería.
Joaco regresa a la mesa y pone un vasito de arroz con leche en frente de mí.
—Gracias, te amo —le digo.
Joaquín sonríe y me da un beso en la frente antes de sentarse y empezar a tomarle a su tercer café del día. Yo dejo de estudiar a los filósofos por un momento y me pongo a comer con avidez, mientras pienso que el hecho de que hoy haya arroz con leche en la cafetería es lo único bueno del día.
Ya pasaron diez días desde el cumpleaños de Joaco, lo que significa que los exámenes de admisión empiezan en menos de tres semanas. El primero, para colmo, es el mío, el viernes de dentro de dos semanas. Los de los demás son la semana siguiente a esa, entre el miércoles y el sábado, y apenas una semana después viene la graduación.
Ah, y para que los exámenes de admisión no se nos fueran a cruzar con los finales, los profesores de todas las clases nos los adelantaron para la próxima semana, por lo que también para esos tenemos que estar estudiando.
Así que sí, tal como Fer dijo, estamos en un mar de estrés. Un mar en el que el arroz con leche es mi salvavidas. Y casi tiro mi salvavidas encima de mi libro de filosofía cuando el teléfono de Josh vuelve a sonar pasados dos minutos y me hace pegar un brinco en mi sitio.
—Me preocupas —le dice Fer al verlo volver a abrir sus libros.
—Princesa, siento que el pinche examen de admisión me está respirando aquí en la nuca, no me juzgues —alega Josh.
¿En qué momento Josh y Fer se empezaron a llamar por apodos cariñosos? No lo sé. ¿Fer, nuestra Fer, aceptó que Josh la llamara "princesa"? El sonrojo en su cara me hace pensar que sí, pero no en público. Nadie le presta demasiada atención al apodo, menos cuando Angie levanta la vista de su libro de cálculo y mira directo hacia Josh.
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Posdata [Emiliaco]
RomanceEmilio es un joven de diecisiete años, que está cursando su último semestre de preparatoria mientras se prepara para entrar a la universidad y estudiar lo que le ha apasionado toda la vida: historia. Todo parece bastante simple en su vida, hasta que...