Mi corazón empieza a latir con fuerza en cuanto Joaquín enuncia esas palabras.
Recojo las cartas que están en el piso y las coloco de nueva cuenta en el cajón. Ya terminaremos de ordenarlas después, justo ahora lo que sea que Joaco tenga que decirme es lo principal. Me mira extrañado mientras guardo todo y devuelvo el cajón a arriba del escritorio. - Tú también te has vuelto muy importante para mí - comienzo a decirle mientras me siento frente a él otra vez. - Y cualquier cosa que quieras contarme merece mi atención absoluta - le dedico una pequeña sonrisa.
Eleva las comisuras de su boca de forma apenas perceptible, y toma un largo suspiro antes de comenzar a hablar. - Nunca le he contado esto a nadie - habla en voz baja, mientras mira fijamente sus manos.
- Si no quieres hablarlo está bien, Joaco, yo...
- No - me mira fijamente. - Quiero que sepas esto, Emi - me dice contundentemente.
- Te escucho - le digo en voz baja.
- Lo poco que te he dicho, que les he dicho a todos hasta ahora, es que vivo con mi mamá y mi hermanita y que vengo de Guadalajara - asiento conforme lo escucho. - Todo eso es cierto, pero, bueno, yo no nací en Guadalajara, ni siquiera mi mamá nació ahí.
Observo a Joaco con absoluta atención mientras habla.
- Mi mamá nació y creció aquí, en la Ciudad de México, porque mis abuelos se vinieron para acá cuando se casaron. Estudió enfermería y después se fue a hacer su servicio al norte del país, en Chihuahua - hace una pausa y respira profundamente una vez más. - Allá conoció a mi padre, y por eso no regresó cuando acabó su servicio, sino que se quedó ahí a vivir con él - noto la amargura en su voz cuando habla de su papá, y me imagino que estoy a punto de saber el origen de ella.
- Yo nací un par de años después, y cuando tenía seis años llegó Renata - continúa diciendo. - Al principio todo estaba bien, mi mamá trabajaba, él también, mi hermanita y yo íbamos a la escuela, parecíamos una familia feliz promedio - se ríe secamente. - Nunca fuimos eso, pero yo estaba muy chico para darme cuenta y mi hermana ni se diga - añade. - Mi papá maltrataba a mi mamá, no de forma física, sino psicológica, lo cual es en cierto modo peor - dice con tristeza.
Me mantengo en silencio, pero me estiro y tomo una de las manos de Joaco.
- A Ren y a mí no nos hacía nada, al principio, pero todo cambió cuando yo empecé a crecer - toma un par de respiraciones y sostiene con fuerza mi mano, aunque sin mirarme a los ojos. - Yo tenía como doce años, y como cualquier otro niño, estaba empezando a descubrir cosas sobre mí, y una de las cosas que descubrí es que soy gay - voltea a verme, como esperando mi reacción. Simplemente le sonrío y le doy un apretoncito en la mano.
Me da una pequeñísima sonrisa de vuelta y prosigue con su historia. - Como a cualquier otro niño, me imagino, me pareció lógico confiar en mis papás y decirles que un niño me gustaba. En ese momento obviamente no sabía que había personas para las que eso iba a estar mal, yo solo lo veía como algo natural - me dice.
- Como debería verlo todo mundo - comento.
- Sí - Joaco sonríe muy ligeramente. - Mi mamá lo tomó bien y me apoyó desde el principio, pero con mi padre fue una historia totalmente distinta - lo miro con preocupación mientras espero que siga hablando. - Intentó golpearme en ese momento, pero mi mamá no se lo permitió.
- Dios santo - murmuro.
- Era la primera vez que su violencia escalaba a algo físico, y creo que eso hizo que mi mamá se diera cuenta de lo mal que estaban las cosas. Lo corrió de la casa y le advirtió que no se acercara a nosotros.
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Posdata [Emiliaco]
RomanceEmilio es un joven de diecisiete años, que está cursando su último semestre de preparatoria mientras se prepara para entrar a la universidad y estudiar lo que le ha apasionado toda la vida: historia. Todo parece bastante simple en su vida, hasta que...