Cartas 7. 1935.

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Carta 25. H.C., Guadalajara

Mi amor.

Dijiste que quizá cuando mi hijo naciera todo cambiaría, pero no lo ha hecho. Me siento un monstruo por no poder amar a un pequeño niño que no tiene culpa de nada.

Cuando lo veo, cuando lo cargo y abrazo su pequeño cuerpecito contra mi pecho, se forma un nudo en mi garganta y lo único que puedo hacer es llorar.

Me da pánico al estar cerca de él mucho tiempo, siento que acabaré haciéndole daño con mi simple presencia.

¿Qué está mal conmigo? ¿Es que acaso soy el ser despreciable que hace tantos años mi padre me dijo que era mientras me azotaba?

Llevo muchas noches preguntándomelo, y espero que tú, que me conoces mejor que nadie, seas capaz de responderme.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 26. H.C., Hermosillo

Mi gran amor.

Lo hice. Me fui. Deje a Javier, mi hijo y a su madre. Me doy cuenta de que ni siquiera te había dicho el nombre del niño hasta ahora.

Pensé que iba a recibir desprecio de tu parte después de lo que escribí en mi última carta. No sabes cuánto me mortificó el haberla enviado, pensé que quizá iba incluso a perder tu amor.

Pero no, lo único que me mostraste fue que eres un mejor ser humano de lo que yo seré nunca. Cuando me pediste que enviara el telegrama con la dirección y los demás datos de Susana, y me dijiste el plan que habías ideado, simplemente no pude creerlo.

Le deje una carta explicándole todo, diciéndole que tú le harás llegar ayuda económica suficiente para que nunca les falte nada, y que yo los ayudaré también siempre que pueda.

Te mandé el telegrama como por impulso, pero después de eso quería escribirte mil cartas pidiéndote que no lo hicieras, diciéndote que aceptaba el destino de quedarme con ella y con el niño por siempre, pero no pude, y además sabía que te negarías.

Sentí tristeza al despedirme de Javier, pero principalmente sentí alivio. Sé que estarán bien, mejor quizá, porque sentía como que mi presencia en esa casa solo traía oscuridad a ella.

No sé cómo agradecerte por esto, Emigdio. Nunca podré pagártelo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 27. H.C., Ciudad Juárez

Mi gran amor.

Los meses desde mi última carta han sido muy difíciles. ¿Recuerdas que, al principio, cuando recién nos conocíamos te conté que solía tener pesadillas todas las noches? Pues está pasando de nuevo.

No he tenido ni una sola noche tranquila desde que dejé Guadalajara. Ahora que lo pienso, cuando estaba allá las cosas no eran mucho mejor, pero entre el trabajo, Susana, y después el niño, no me quedaba mucho tiempo para descansar, y el cansancio en cierto modo vencía a los malos sueños.

Pero aquí no tengo demasiado que hacer, la jornada de trabajo es larga, pero no acabo tan agotado. Mi mente no me deja en paz, los primeros días pensé que era porque extrañaba a Javier, mi hijo, pero me di cuenta de que no es tanto eso lo que me atormenta.

Lo añoro, en cierta medida, sí, pero es algo mucho más grande lo que pesa en mi pecho. No sé qué sea, y espero que con el tiempo la situación mejore, porque se está volviendo insoportable.

No quería contártelo porque sé que te preocuparás, pero no tengo con quien más hablar, y necesitaba desahogarme un poco con alguien que me entendiera. Sé que tú lo haces, mejor que yo mismo, tal vez.

Cuéntame de ti, de tu vida, de tu pequeño. Necesito escuchar alguna historia alegre.

Te amo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 28. H.C., Nuevo Laredo

Mi amor.

No me había detenido a pensarlo en todos estos meses, que están a punto de volverse años, pero si las cosas hubieran sido distintas, el año pasado nos habríamos visto nuevamente.

Y ahora no tengo idea de cuándo eso va a ser posible.

No pienses que es porque no desee verte pronto, pero las cosas no me han pintado bien desde que me fui de Guadalajara. Pienso que quizá es mi castigo divino por lo que hice.

No he podido mantener los empleos que logro conseguir, me siento mal tanto física como emocionalmente, e incluso he pensado en... Ni siquiera puedo decírtelo, es demasiado horrible. Sé que te preocuparas por mí, y es lo último que deseo, pero no soy capaz de mentirte. No puedo escribir una carta llena de mentiras, porque me temo que podrías leer mi falta de sinceridad.

Estoy roto, y no te tengo a mi lado para que me ayudes a repararme, como lo hiciste hace años.

Y yo no sé si tengo la fuerza para hacerlo por mí mismo.

Perdón por haberte amargado este fin de año. Te amo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...











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Quiubo, ¿me acompañan a llorar por H.C.?

¿Hasta ahora que opinan de la historia de H.C. y Emigdio? Cuéntenme.

Bueno, bai, cuídense mucho.

Love u :3

Kar :)

Posdata [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora