Cartas 13. 1941.

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Carta 49. H.C., Puebla.

Mi gran amor.

Desde hace varios meses tengo un empleo en una carpintería que Francisco me ayudó a conseguir. Nunca había pasado una temporada tan larga con ellos, y ya estoy casi acostumbrándome a vivir aquí, ¿sabes? Pero es muy raro, porque al mismo tiempo una parte de mí siente deseos de irse. Amo a mi hermano, adoro a mis sobrinas y le tengo un gran cariño a Marta, incluso a sus padres los he llegado a apreciar, pero... no lo sé.

Es como si en el fondo sintiera que no me lo merezco, que mi destino es seguir viviendo exiliado, yendo de un lado para otro.

Sé que probablemente no lo entiendas, pero confío en que no me juzgarás, y por eso decidí contártelo. No me siento capaz de decírselo a Francisco, no sé cómo tomará el hecho de que quiera irme después de todos estos meses en los que he estado tan feliz aquí.

Porque soy feliz aquí, eso ya te lo había dicho, y es cierto. Pero es como si dentro de mí viviera una tristeza que opaca todo lo demás.

No sé qué hacer, mi amor, y espero que puedas aconsejarme.

Te amo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 50. H.C., San Luis Potosí.

Mi gran amor.

Tal como me aconsejaste en tu última carta, me armé de valor y hablé con mi hermano. Lo tomó de mucho mejor manera a como yo lo imaginaba, y me dijo que, aunque para él era una dicha tenerme en su casa, lo que menos deseaba era que yo me sintiera apresado, que si necesitaba irme un tiempo podía hacerlo sin ningún problema, y me aseguró nuevamente que siempre tendría un lugar al cual regresar. Me resultó muy duro dejarlos, pero de verdad necesitaba este cambio. Casi llevo un mes aquí, y he estado muy bien, trabajando en el campo y paseando por la ciudad en mis ratos libres.

Pienso volver a Puebla a finales de año, y antes de eso, no sé qué opines, pensé en pasarme por Guanajuato algunos días. Sé que no puedo ir a visitarte porque tu madre está ahí, y eso le causaría un gran disgusto, lo que no te haría para nada feliz, pero pensé que quizá podríamos encontrarnos en algún lado, en el que quieras.

Espero que mi idea no te parezca una locura, y que tengas tantos deseos de verme como yo de verte a ti. Ya han pasado más de cinco años desde la última vez que nos vimos y te añoro muchísimo.

Te amo infinitamente.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 51. H.C., Durango.

Mi gran amor.

No cabe en mí la emoción por saber que esta carta podré entregártela personalmente.

Que hermosa coincidencia que justo tuvieras en tu porvenir este viaje a Durango. Sabes cuánto cariño le guardo a este lugar, y reunirme aquí contigo me llenará de una dicha que no creo ser capaz de describirte por medio de palabras.

Quizá esto te lo diga también en persona, pero lo escribiré por si la emoción de verte me hace olvidar mencionártelo: me sorprendió bastante que decidieras realizar un viaje solo para conocer la hacienda del primo de Rosa. Eso no es algo que tu harías comúnmente, dejar a tu familia por un viaje... La única vez que hiciste tal cosa antes fue cuando me visitaste en Tamaulipas.

Y por tanto me preocupa un poco, y me lleva a preguntarte ¿está todo bien? A veces me aterra que puedas estar ocultándome cosas que te preocupan o te acongojan solo para no preocuparme. Te pido por favor que no lo hagas, si es que ese es el caso.

Espero con ansias verte mañana, Emigdio, te amo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 52. H.C., Puebla

Mi gran amor.

Han pasado meses ya, pero quiero decirte una vez más que fue maravilloso poder verte, y poder pasar ese par de días contigo se sintió como un regalo del cielo. Extrañaba tanto sentir el roce de tu piel, el poder respirar tu aroma, y principalmente el oír tu voz. Las memorias que mi mente guardaba de esos detalles eran cada vez menos parecidas a la realidad, y el revivirlas a tu lado me llenó de una dicha inmensa.

Mi añoranza por ti renace con más fuerza cada que te vas, en el mismo modo que mi amor por ti se vuelve más y más grande.

Gracias por estos días, mi vida, fueron maravillosos.

Debo preguntarte: ¿Cómo ha seguido la salud de tu madre? Saber que eso era lo que te tenía preocupado y afligido me llenó de pesar. Deseo de todo corazón que su salud mejore, te lo digo una vez más.

Tal como te conté durante nuestro encuentro, y en una de mis cartas pasadas, regresé a Puebla para pasar las fiestas decembrinas con mi familia. Mis sobrinas han crecido muchísimo en estos meses, es increíble lo rápido que los niños van dejando de ser niños. Por las fotos que te mostré, tu mismo pudiste ver lo hermosas que son. Las extrañé muchísimo estos meses, así que aprovechare para disfrutar al máximo con ellas el tiempo que pasaré aquí.

Te amo, espero que pases felices fiestas.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

Posdata [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora