Cartas 12. 1940.

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Carta 45. H.C., Durango.

Mi gran amor.

En tu última carta me pediste que te contara un poco más sobre mi hermano y su familia, pues según me dijiste te hace muy feliz leerme tan emocionado por ahora tenerlos a ellos en mi vida.

Bueno, como sabes, mi hermano es seis años menor que yo, así que ahora tiene veinticuatro años. Estudió leyes, y a eso se dedica. A Marta, su esposa, la conoció porque es hija de uno de sus maestros y se casaron desde antes que terminara la escuela.

Ella se dedica a su casa, a su hijita Lucía y al bebé que viene en camino, pero lee mucho y es muy lista, mi hermano hasta le pide consejos muchas veces para sus casos. Me recuerda un poco a Rosa, por su modo de ser, por las ideas tan modernas que tiene a veces, y porque las dos parecen no encajar en este mundo. Se me hacen admirables, la verdad.

Dile eso a tu esposa, que la admiro. Creo que nunca le he dedicado un cumplido y se los merece.

Algo que debo confesarte es que Francisco me hace ver lo que podría haber sido mi vida si mi padre no me hubiera descubierto, si yo hubiera logrado ocultarle lo que soy.

Pero mi amor, debes saber que, aun si pudiera, no elegiría esa vida si significara nunca haberte conocido y nunca haberme enamorado de ti. Te elegiría una y mil veces, en esta y en mil vidas más.

Te amo eternamente.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 46. H.C., San Luis Potosí.

Mi gran amor.

No me esperaba recibir, además de tu carta, una respuesta del puño y letra de Rosa. Le enviaré a ella una carta por separado, esto te lo digo por si no llegan al mismo tiempo a tu casa.

No sé si te lo he dicho antes, pero saber que ella está a tu lado me da mucha paz. Su presencia ha sido un milagro para nosotros dos, no tengo dudas de ello, y si de algo me arrepiento es de haber sido tan receloso con ella cuando la conocí, aun a sabiendas de que muchos de nuestros encuentros habían sido posibles gracias a ella.

Nuestros encuentros. Me da muchísima nostalgia pensar en todas esas escapadas, todas las noches que saliste de la hacienda para ir a verme, esas otras en las que yo logré entrar a tu casa. Nuestros paseos por la ciudad, las subidas a los cerros. Todos esos momentos que logramos robarle a tiempo y volverlos nuestros, ¿los recuerdas tan bien como yo?

A veces lo pienso y pareciera que todo fue parte de un maravilloso sueño, pero entonces regreso a tus cartas, veo tu foto y me compruebo a mí mismo que todo ha sido real.

Te añoro como siempre, te amo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 47. H.C., Puebla.

Mi gran amor.

¡Por supuesto que guardo todas tus cartas! He atesorado todas y cada una de ellas de ellas desde el primer día que me escribiste, del mismo modo que tú solías guardar mis poemas, y las llevo conmigo a cada lugar que voy. ¿Cómo podría no hacerlo? Son prácticamente lo único que tengo de ti, además de esa vieja foto tuya que llevo en mi cartera. Ambas cosas me ayudan a sentirte más cerca.

Como verás en el sobre, estoy en Puebla nuevamente. El bebé de Marta y Francisco está a pocos días de nacer, y quería estar aquí acompañándolos por si puedo ayudarles en algo. Tienen el apoyo de los padres de Marta, pero, aun así, no quiere perderme la llegada de mi nuevo sobrino. O sobrina, mi cuñada sospecha que es una niña.

Ahora que menciono a los suegros de mi hermano, te he de decir que al principio sentían desconfianza de mí. No puedo juzgarlos mucho por ello, a fin de cuentas, de repente Francisco tenía un hermano aparecido de la nada, es natural que dudaran de mi buena fe. Pero ya no lo hacen, y ahora también me tratan como si fuera de la familia.

Soy muy feliz aquí, mi amor.

Te amo, espero que tú y tu familia estén bien.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 48. H.C., Puebla.

Mi amor.

¡Es una niña! Se llama Sofía y Dios santo, es hermosísima. En estos pocos meses que lleva en el mundo ha logrado cautivarnos a todos, es una criaturita encantadora, y no sabes lo dichoso que me siento de poder vivir junto a ella estos primeros momentos.

Si yo estoy así, podrás imaginarte cómo están mi hermano y su esposa. Bueno, ni siquiera tendrías que imaginarlo, tú mismo lo has experimentado con la llegada de tus dos hijos.

Me alegra mucho saber lo bien que le va a Emilio, y lo inteligente que es. No se podría esperar otra cosa teniendo los padres que tiene. Y Esperanza por lo que me cuentas no se queda atrás, y ya es muy lista a sus tres añitos.

Espero que tu madre haya dejado de importunar a Rosa con sus ideas sobre cómo debería ser la educación de la niña. Sé que tu esposa y tú dejarán que Esperanza amplíe sus horizontes tanto como quiera, y no que sea educada solo para ser una "buena esposa" como tu madre lo quiere.

¿Sabes? Mi hermano y Marta también quieren más que eso para sus hijas. Y esa clase de cosas me hacen pensar que quizá el futuro sea un poco mejor. A lo mejor las mujeres, e incluso los que son como nosotros podrán ser mas libres. Me gustaría vivir para ver eso.

Perdón, ya sabes que me gusta soñar. Te amo, felices fiestas.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...










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Hola, personas, buenas madrugadas gg.

Les debía unas cartas y aquí están jajaja.

Y tengo dos cositas que decirles:

1. ¿Ya les había dicho que Rosa es un amor? Porque lo es, yo la amo.

2. ¿Se acuerdan cuántos años se escribieron Emigdio y H.C.? Échenle cuentas de cuántas cartas faltan gg.

Espero que estén muy bien, les amo.

Kar :)

Posdata [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora