Cartas 15. 1943.

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Carta 57. H.C., Puebla

Mi gran amor.

No tengo palabras para expresarte cuánto lamento el fallecimiento de tu madre. Solo puedo imaginarme lo grande que es tu amor por ella, y la pena que debes estar pasando.

Sé que quizá lo que diga no serán más que palabras vacías para ti, pero piensa en que vivió una buena vida, conoció a sus dos nietos, y por lo que me dijiste, se fue en paz. Fuiste el mejor de los hijos para ella, y la hiciste sentir orgullosa.

Siempre procuraste no causarle ninguna pena, aunque eso muchas veces significara un sacrificio para ti. Y de eso puedes enorgullecerte, porque no muchos hijos serían capaces de eso.

Agradece por todos los años que estuvo en el mundo, y por todas las enseñanzas que te dio.

Te abrazo desde la distancia.

Te amo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 58. H.C., Puebla

Mi gran amor.

Creo que jamás me habías hablado tan sinceramente de cómo habían sido las cosas con tu madre durante todos estos años. Me dolió saber lo deteriorada que estaba su relación, saber que te reclamaba por la vida que has llevado, por haber sido tan distinto a tu padre, por prácticamente cada decisión que has tomado, incluso por haberte casado con Rosa, es muy duro. Cuando leí en tus palabras que de haber sabido que las cosas serían así con ella te hubieras venido conmigo se me encogió el corazón.

Ella fue la principal razón de que las cosas fueran del modo que fueron, desde el hecho de que hayamos tenido que separarnos hasta el que tú y Rosa hayan tenido hijos. No me había hecho realmente idea de la magnitud de la presión que tu madre puso sobre tus hombros para casi cada decisión de tu vida. Que me dijeras que de lo único que no te arrepientes es de la existencia de Emilio y Esperanza me dolió hasta el alma. Saber que sufres me hace daño, mi vida, pero aun así agradezco que me lo cuentes.

Quisiera poder ir a verte, ¿crees que sea buena idea?

Espero tu carta. Te amo infinitamente.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 59. H.C., Guanajuato

Mi gran amor.

Estoy escribiendo esta carta mientras te veo dormir. La dejaré en tu escritorio por la mañana, antes de irme, y seguramente la encontraras mañana mismo. Perdón por irme así, sin despedirme, te suplico que no me desprecies.

Pero ni tú ni yo somos ya unos jovencitos viviendo una aventura. Esto es mucho más complicado y grande de lo que era antes. Tú tienes dos hijos y una esposa que duermen a unas cuantas habitaciones de nosotros, y si un día la opción de quedarme aquí fue algo razonable hoy no lo es.

Posdata [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora