Cartas 10. 1938.

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Carta 37. H.C., Minatitlán

Mi amor.

Estoy trabajando en la siembra de caña de azúcar, y estaba considerando visitar mi ciudad de nacimiento cuando termine, aprovechando lo cerca que estoy.

Quiero al menos saber si mis padres siguen con vida, aunque si así es no pienso acercarme a visitarlos. También me gustaría saber qué ha sido de mi hermano, pues él tenía apenas cinco años cuando todo pasó. Ya debe tener veintidós años, probablemente incluso ya tenga una familia.

A él no sé si debería o no acercarme. Probablemente ni siquiera me recuerde, y si lo hace seguramente es por algo que mis padres le dijeron, y eso no puede ser algo bueno. ¿Qué me aconsejas? ¿Debería buscarlo o debería conformarme con solo averiguar qué fue de su vida? ¿O crees que ni siquiera debería ir hacia allá? No sé qué es lo más sensato de hacer, y espero realmente que puedas aconsejarme al respecto.

Cambiando de tema, ¿cómo están tus hijos? ¿Cómo está Rosa? ¿Y tu madre? Espero que todos estén muy bien.

Tengo que dejar mi carta hasta aquí. Te amo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 38. H.C., Cárdenas

Mi gran amor.

Estoy aquí, en "casa", en el lugar donde nací. Todo parece muy distinto a cuando me fui, pero al mismo tiempo luce exactamente igual. Planeaba buscar algún empleo por aquí, pero decidí no hacerlo y ya te explicaré por qué.

Primero que nada, averigüé qué fue de mis padres. Resulta que ambos murieron hace unos años. No supe cómo sentirme con la noticia. Es decir, ellos me despreciaron cuando era apenas un niño, mi padre estuvo a punto de matarme simplemente por lo que soy, y mi madre lo apoyó en todo lo que me dijo e hizo. ¿Cómo debería sentirme al saber que ambos están muertos?

Sabiendo esto decidí buscar a mi hermano, Francisco. Preguntándole a varias personas del lugar, quienes por suerte no me reconocieron, logré descubrir que él se fue de aquí hace años para estudiar la universidad, desde antes de la muerte de nuestros padres.

Está en Puebla, ¿puedes creerlo? Yo he estado ahí antes, quizá hasta sin saberlo llegué a cruzarme con él. Así que decidí irme de nuevo para allá y buscarlo. No sé qué pase si logro localizarlo, pues ni siquiera creo que él me recuerde. Nadie en la ciudad recordaba al otro hijo de mis padres, pues ellos nunca volvieron a mencionarme. A ese grado decidieron borrarme de sus vidas mis padres. Así de avergonzados estaban de mi mera existencia.

Ya te contaré qué pasa. Te amo y te añoro.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 39. H.C., Puebla

Mi gran amor.

Estoy escribiendo está carta sentado en el comedor de la casa de Francisco, mi hermano. Tiene una pequeña hija de poco más de dos años que está jugando a unos metros de mí, porque sus padres la dejaron a mi cargo. Casi no puedo creer lo que estoy escribiendo.

Apenas recibí tu última carta, abandoné Tabasco y me vine para acá. Llegué preguntando a todo mundo por mi hermano, y pude dar rápidamente con él porque se parece a mí físicamente, y la gente pudo guiarme fácilmente hacia él.

Cuando llegué a su casa únicamente estaban ahí Marta, su esposa, con su pequeña hija, y cuando le dije que era el hermano de Francisco ella dudó de mis palabras, pues él no sabía de mi existencia. Para mi fortuna, él llegó en ese preciso momento. Hablamos un rato fuera de la casa, donde le expliqué todo, aunque omitiendo el motivo por el que nuestro padre me había golpeado.

No dudó de mis palabras, porque él también había sufrido esa violencia, y porque, aunque mis padres nunca más pronunciaron mi nombre, él tenía vagos recuerdos de mi existencia. Me recibió en su casa, y llevo ya varias semanas quedándome aquí. Ya conseguí un empleo temporal, así que seguiré aquí por un tiempo. Ya lo hablé con Francisco y él seguirá permitiéndome vivir aquí. Es muy raro, porque jamás esperé sentirme tan bienvenido.

Espero que tú y tu familia también estén bien. Te amo y te añoro.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 40. H.C., Puebla

Mi amor.

Francisco sabe ahora toda la verdad. Me pidió que le explicara qué era eso tan terrible que hizo a mis padres rechazarme e incluso pretender que yo no existía. Y aunque estaba aterrado de padecer ahora el rechazo de mi hermano, lo hice, le conté la verdad. Él escuchó toda la historia en silencio, y después lo único que hizo fue preguntarme si después de aquel hombre a quien le dedicaba mis primeros escritos había existido alguien más.

Y entonces le hablé de ti. De cómo hace más de diez años nos conocimos, de todo lo que hemos pasado desde entonces. Otra vez guardó silencio mientras le contaba todo, y se quedó callado incluso después de que dejé de hablar. Temí que me corriera de su casa, o algo peor.

Pero no fue así. Me dio un abrazo y me dijo que lamentaba que hubiera tenido que pasar por todo eso. ¿Recuerdas lo que Rosa dijo cuando me conoció, que el amor no puede ser pecado? Francisco me dijo algo similar, y debes imaginar el alivio que sentí al escucharlo.

Me quedaré solo hasta después de las fiestas decembrinas, porque sabes que estar en un lugar fijo no es lo mío, pero mi hermano me dijo que siempre tendré a donde volver.

Siento una dicha muy grande, mi amor. Te amo infinitamente.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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¿Están felices de que H.C. encontró a su hermano? Yo sí, y mucho :')

Por cierto, empecé a escribir ahora sí a modo de historia y no solo de cartas la historia de H.C. y Emigdio, ¿sí les gustaría leerla? No sé cuándo la empezaré a subir, pero les cuento gg.

No leemos luego, besitos y abrazos con sana distancia.

Kar :)

Posdata [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora