Cartas 11. 1939.

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Carta 41. H.C., Guadalajara.

Mi gran amor.

Francisco y su familia vinieron de visita hace un par de semanas. Se quedaron aquí unos cuantos días, una señora que conozco de hace varios años me hizo el favor de acogerlos en su casa, pues en el cuarto de la posada donde vivo no hay espacio más que para mí.

En las tardes iba a verlos, y cuando había más tiempo los llevaba a pasear por la ciudad. A mi hermano le encantó, e incluso me dijo que le dieron ganas de venirse a vivir acá.

Me resulta todavía demasiado nuevo el tenerlos. Por tantos años mi mundo se resumió a ti, mi vida, que ahora es muy raro que haya otras personas que parecen quererme, a las que puedo llamar familia. Pero es maravilloso.

Hemos hablado demasiado de mí en nuestras últimas cartas, así que ahora quiero que me hables de ti, de tu familia. ¿Cómo está Esperanza? Ya cumplió dos años, me imagino que ya habla y camina como toda una niña grande. ¿Y Emilio? Él ya pronto cumplirá nueve años, apenas y puedo creerlo.

Y nosotros ya llevamos diez años escribiendo estas cartas.

El tiempo ha pasado muy rápido, y ha estado lleno de altas y bajas, pero es una maravilla que, aunque sea por medio de cartas, hayamos compartido todos estos años.

Te amo eternamente.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 42. H.C., San Luis Potosí

Mi gran amor.

¿Recuerdas la primera vez que hicimos el amor?

Ayer en la noche se soltó una tormenta descomunal que no me dejaba dormir, y lo único en lo que podía pensar era en aquella noche que estuvimos juntos por vez primera. Nos quedamos solos en la hacienda, y los relámpagos nos alumbraban más que la lámpara que teníamos en tu recámara.

Quedó perfectamente grabado en mi memoria el pensamiento de que jamás volvería a ser tan feliz como lo fui esa noche entre tus brazos. Pero con cada nueva experiencia vivida a tu lado, con cada caricia, con cada beso, con cada palabra enunciada e incluso escrita, es como si se abriera una puerta a un nuevo tipo de felicidad que aún no conocía.

Hay días en los que siento como si me apuñalaran el corazón de tanto que me duele extrañarte, pero hay otros como hoy en los que solo puedo pensar en lo afortunados que fuimos por tan solo habernos encontrado.

Te amo con cada fibra de mi ser.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 43. H.C., San Luis Potosí

Mi amor.

Cuando en tu última carta dijiste que ibas a revelarme un secreto que habías guardado por años, te juro que me imaginé mil cosas antes que lo que resultó ser. Solté una carcajada cuando leí tu "terrible secreto". ¿Así que me mentiste todos estos años sobre el porqué de tu presencia en la siembra aquel año en el que nos conocimos? Todos estos años pensé que desde el principio habías estado allí por tu elección, y ahora resulta que de no haber sido porque tu padre te obligó nunca habrías ido y por tanto nunca nos hubiéramos conocido.

Creo que es algo que podemos agradecerle, aunque sé que nunca fue el mejor padre contigo. Tampoco era el mejor patrón del mundo, por eso muchos de los peones nunca volvían. Perdón, no debería seguir hablando mal de alguien que ya no está en este mundo. Volviendo a lo otro, te agradezco que tantos años después hayas sido honesto conmigo al respecto, mi amor. Es muy dulce que algo tan simple como eso pesara en tu conciencia.

Me alegra saber que a Emilio le va tan bien en la escuela, y que Esperanza es tan inteligente a su tan corta edad. Es admirable que Rosa y tú desde ahora estén buscando el modo de que ella acceda a la misma educación que su hermano a pesar de ser mujer, aunque no esperaba otra cosa de tu esposa, quien siempre reclamó que ella no tuvo las mismas oportunidades que sus hermanos.

Espero que todos estén muy bien, yo lo estoy también. Te amo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

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Carta 44. H.C., Puebla

Mi gran amor.

Mi hermano me invitó a pasar las fiestas con él y su familia. Me siento infinitamente dichoso, hace poco más de un año ni en mi mejor sueño se me habría pasado por la cabeza que iba a tener una familia con quien pasar esta temporada. Es algo tan magnífico que no tengo suficientes palabras para describirlo.

Además, me recibieron con la maravillosa noticia de que van a tener otro hijo. Francisco no cabe de la felicidad, y Marta ni se diga. Incluso Lucía, su hijita, parece estar más alegre de lo normal. No sabes el cariño que le he tomado a esa niña, y a todos en esta casa en poco más de un año.

Otra cosa que quería contarte es que le envíe una carta a Susana, además de un poco de dinero que logre ahorrar este año, para que le compre algo de mi parte a Javier por la navidad. Sé que no he sido un padre para él, que ya hay alguien que sí lo es, y que será merecedor de ese título, pero quiero de cierto modo mantener el contacto con ese niño que lleva mi sangre, así que lo haré mientras su madre y él me lo permitan. Le dije en mi carta que podía escribirme en cualquier momento a la dirección de mi hermano, y que el me hará llegar las cartas a dondequiera que esté.

A ti te digo lo mismo, mi amor. Te escribo la dirección en otro papel.

Felices fiestas, mi amor, este año serán felices para mí también. Te amo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

Posdata [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora