Capítulo 30. Italiano y francés, sí, dormir juntos, no.

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Maratón 1/?

—El café de olla es lo único que puedo presumir que me queda delicioso.

Mi tía Emma pone tres tazas en la mesa, y se acomoda en una de las sillas, en tanto Joaquín y yo nos servimos comida recalentada en un par de platos.

—Muchas gracias, tía —le digo.

—Sí, gracias, Emma —dice Joaquín con una sonrisa, mientras ambos nos sentamos a la mesa.

Comemos en silencio por un rato, y ya estamos terminando cuando mi tía vuelve a hablar.

—Según lo que escuché vinieron para investigar algo sobre mi abuelo, ¿verdad? —nos pregunta. Ambos asentimos—. Si quieren yo puedo ayudarles con eso, yo lo conocí un poco, y también mi papá me hablaba de él —nos ofrece.

Joaco y yo intercambiamos una mirada y sonreímos.

—Nos encantaría que nos ayudaras —respondo.

—Pues cuenten con eso —asevera—. No tengo mucho que hacer aquí de todas maneras, ni hay mucho que me deje hacer esta cadera —se queja.

—¿Qué te pasó? —inquiero—. Mi mamá solo me contó que habías tenido un accidente, pero no me dijo qué fue.

—Me caí en unas escaleras y me fracturé la cadera —nos cuenta. Lo dice como si no fuera la gran cosa y la miro con sorpresa—. Hace unos años no hubiera sido para tanto, pero mis huesos no son los de antes —añade y le da un largo trago a su café.

—¿Andabas aquí en Guanajuato cuando eso pasó? —le pregunto.

—No, andaba visitando Tlatlauquitepec —me contesta.

—¿En dónde es eso? —se me adelanta a preguntar Joaco.

—Es un pueblo mágico en Puebla.

Joaquín y yo soltamos una exclamación de sorpresa.

—Traje a mi amigo Dante a conocer algunos de los pueblos mágicos del país —continua mi tía—, y es una lástima que ya no pudimos terminar el viaje, pero lo más triste es que no pude regresarme a Italia con él.

—¿Vivías en Italia? —Joaco suena emocionado.

—Sí, en Roma —dice ella con una gran sonrisa.

Mi novio la mira fascinado. —Che bel posto —murmura. (Trad: Qué hermoso lugar)

Creo que está hablando en italiano. Bien, nuevo descubrimiento: mi novio habla italiano.

Tu parli italiano? —responde mi tía. (¿Hablas italiano?)

Solo un po —dice él—. L'ho studiato tempo fa. (Un poco. Lo estudié hace un tiempo)

Che ragazzo meraviglioso. (Qué maravilla de muchacho)

—Creo que entendí su conversación, pero no estoy seguro —comento.

Joaco se ríe ligeramente. —Solo dije que Roma es un lugar hermoso, claro, por lo que he visto en fotos, Emma me preguntó si hablo italiano y le dije que lo estudié hace un tiempo —me explica.

—Yo no tenía idea de que hablabas italiano —le digo.

Se ríe otra vez y me mira sonriendo mientras levanta su taza.

Sono una scatola di sorprese —farfulla. 

—¿Que estás lleno de sorpresas? —adivino.

Posdata [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora