Cartas 2. 1930.

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Carta 5. H.C., Culiacán.

Mi amor.

Ya ha pasado más de un año de nuestra separación. A veces siento como si hubiera sido apenas ayer la ultima vez que pude rozar tu piel y respirar tu aroma, y si cierro lo ojos y me concentro lo suficiente, aún logro percibir esas sensaciones.

Me imagino que en el sobre ya leíste desde donde te escribo. Decidí venirme a la cosecha de tomate, que es ahorita en primavera, aprovechando que estaba bastante cerca de Sinaloa.

No he tenido mucha oportunidad de conocer la ciudad, pero cuando pueda conseguiré una postal y te la enviaré con la siguiente carta.

¿Tú cómo has estado? ¿Cómo va el embarazo de tu esposa? ¿Qué creen que sea, niño o niña?

Quizá puedas pensar que miento al decirte que me hace feliz que vayas a tener un hijo, pero no es así. Mi dicha es sincera, tanto como mi amor por ti.

Mereces tener una familia feliz, niños que corran por tu casa y a quienes les puedas enseñar todo lo que sabes. A quienes puedas entregarles todo el amor que habita en tu corazón.

Mereces todas esas cosas que nosotros no pudimos más que soñar.

Espero tu carta. Te amo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

***

Carta 6. H.C., Rosario.

Mi gran amor.

Anoche caminaba hacia la posada donde me estoy quedando y al pasar por afuera de una cantina escuché una canción que me sonó familiar.

"Noches cuando duermen, luz cuando nos miran, en noche de luna perfume de azahares y en el cielo estrellas y tibios los aires". Pensé toda la noche en aquel día que cantaste esa canción para mí. Nunca me dijiste dónde la escuchaste y cómo te la aprendiste, pero que me la dedicaras fue algo demasiado bello.

Me dijiste después que yo tenía los ojos tapatíos que describía la canción, y te dije que no era posible porque yo no era de Jalisco. Insististe diciendo que tengo los ojos más bonitos del mundo, tal como los que dice la canción. No es cierto, los ojos más bonitos del mundo son los tuyos.

Espero que tus hijos, tus nietos y toda tu descendencia herede esos ojos, para que puedan ser vistos aun dentro de siglos. Para que alguien descubra el amor al mirarlos, como me paso a mí.

Hablando de hijos, si mis cálculos no fallan tu primogénito ya estará por nacer cuando recibas esta carta. ¿Cómo van a nombrarlo? Deseo que nazca con bien y con salud.

Procuraré soñar con tu voz cantándome. Te amo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

***

Carta 7. H.C., Culiacán.

Mi gran amor.

¡Un niño! No tienes idea de cuánto me alegró leer la noticia del nacimiento de tu primogénito. Emilio, qué bello nombre.

Se podía leer la dicha en tus palabras, no puedo ni imaginar lo feliz que estás de tener a tu hijo en tus brazos, y conociéndote debes estar ansioso de que aprenda a caminar para enseñarlo a montar a caballo, y seguramente por enseñarlo a leer y escribir también.

Cruzó por mi mente la idea de que enseñaras a tu hijo a leer con nuestras cartas, igual el niño no las recordará cuando crezca. También podría ser con mis poemas, ¿aún los guardas?

Es una tontería, ya lo sé. Es solo que me gustaría que nuestra historia no pasara al olvido, y a veces me pongo a pensar en formas de hacer eso posible.

Emilio guardando esta historia en su memoria, es una idea hermosa, sin duda. ¿Imposible? Quizá también lo es.

Pienso que tus hijos, mis hijos, nuestros nietos podrían entender nuestro amor. Que tal vez en otra época hubiéramos tenido un futuro. El futuro que en ésta no.

Perdón por divagar tanto. Es solo que te extraño, y me duele, y te amo tanto, y sabes que soñar es lo que mejor hago. Soñar con imposibles, y contigo, que por algún extraño milagro terminaste siendo algo posible.

Se me ha acabado el papel y no te conté nada nuevo, ni siquiera de por qué sigo en Sinaloa, perdóname. No olvides que te amo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

***

Carta 8. H.C., Guadalajara.

Mi gran amor.

Otro año está por llegar a su fin. Ambos tenemos ya más de veinte años, tú tienes a tu primer hijo ya. Parece que ha pasado un día desde la ultima vez que te besé, pero en realidad ha pasado mucho más.

Me vine a Guadalajara hace casi dos meses, y decidí pasar el fin de año aquí porque te siento de algún modo más cerca. Quizá la razón sea la geografía, o que estar aquí me hace pensar aún más en la canción de Ojos tapatíos.

¿Recuerdas cuando hace tres años empezamos el año juntos? Aun no entiendo cómo logré entrar y salir de la hacienda en plena madrugada sin que nadie me viera. Fue demasiado arriesgado, pero mi corazón y mi alma necesitaban pasar ese momento a tu lado, y no quería que fueras tú quien saliera en una noche tan fría como fue aquella.

¿Te cuento un secreto? Aun si me hubieran descubierto y golpeado por ello, habría valido la pena.

Te deseo que el año que viene sea lo mejor para ti y para tu familia. Te amo más que nunca.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

Posdata [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora