Despierto unas horas más tarde, y lo primero que veo es el rostro de Joaquín frente a mí. Está envuelto en una cobija y yo en otra, cada uno en un extremo de la colchoneta, y duerme plácidamente, luciendo aún más angelical de lo que luce despierto, lo cual es mucho decir.
¿Es normal que la gente luzca tan bien cuando está dormida? Me incorporo sobre mis brazos y me asomo a la cama donde están mis dos amigos. Veo a Chava roncando y decido que no, definitivamente las personas no suelen verse tan bien cuando duermen.
Me levanto para ir al baño y aprovechar para cambiarme, pues aún traigo puesta la camisa negra de anoche. Busco mi mochila, la cual dejé aquí desde ayer y saco una sudadera y un pants.
Me duele la cabeza, así que cuando regreso vuelvo a recostarme y me quedo observando a Joaco con mis ojos apenas entreabiertos.
De nueva cuenta me quedo dormido, hasta que siento un par de golpeteos en mi cabeza. Levanto mi mano para pegarle a lo que sea que me esté golpeando y encuentro que es un pie. Abro los ojos entre extrañado y molesto y veo a Josh parado al lado de mi colchoneta, empujando suevamente mi cabeza con su pie descalzo mientras sostiene un montón de comida entre sus brazos.
- Ven acá - me dice únicamente moviendo sus labios al ver que logró despertarme.
Niego lentamente y vuelvo a cerrar mis ojos. Ahora empieza a empujar mi hombro.
- ¿Qué quieres? - murmuro con mis ojos apenas entreabiertos y logro darle un manazo en el pie.
- Que vengas - insiste en voz baja. Señala con su cabeza hacia el balcón, que está separado del resto de la habitación por una puerta corrediza de cristal. Lo miro enfurruñado por una vez más, pero decido levantarme y seguirlo, porque sé que si no lo hago no va a dejarme en paz.
Me pongo de pie lentamente, para no contribuir más a mi dolor de cabeza, y me cubro desde la cabeza hasta los pies con mi cobija antes de avanzar detrás de Joshua.
Mi amigo me abre la puerta para que salga al balcón y sale tras de mí. Deja en el suelo las cosas que traía cargando y se gira para cerrar la puerta. Lo hace con cuidado de no hacer ruido, pues Joaco, Fer y Chava siguen durmiendo.
- ¿Por qué a ellos no los despiertas? - le reclamo mientras intento cubrirme lo más posible con la cobija, pues hace bastante frío.
- Porque con ellos no quiero hablar ahorita, solo contigo - se acomoda en el piso, recargándose contra la barandilla. - ¿Quieres suerito? - pregunta mientras me extiende una botella. Veo que es sabor lima-limón.
- Dame el de manzana - le pido. Me siento frente a él, con mi espalda pegada a la puerta y lo miro con el ceño fruncido.
Me pasa el suero de manzana y me observa atentamente mientras comienzo a beber.
- Traje galletas y fruta, por si se te antoja algo - me ofrece.
- Gracias - le digo. - ¿De qué quieres hablar conmigo tan urgentemente? - pregunto. - Digo, para que me despiertes a estas horas de la mañana debe ser algo importante - añado con indignación.
- Estas horas de la mañana son casi las once, exagerado - replica. Tiene la delicadeza de hablar en voz baja, y no sé si lo hace por mí o para que no lo escuchen los que siguen durmiendo, pero se lo agradezco. - Y de lo que quiero hablar, o más bien, lo que te quiero preguntar es... ¿Cuándo pensabas contarme lo de Joaquín?
Le doy un trago larguísimo a mi botella de suero, mientras siento la vista de Josh clavada sobre mí. - ¿Qué cosa de Joaquín? - pregunto fingiendo no saber de qué me habla y dirigiendo mi mirada hacia el cielo.
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Posdata [Emiliaco]
RomansaEmilio es un joven de diecisiete años, que está cursando su último semestre de preparatoria mientras se prepara para entrar a la universidad y estudiar lo que le ha apasionado toda la vida: historia. Todo parece bastante simple en su vida, hasta que...