La clase de cálculo termina y Joaco se levanta rápidamente de su lugar. Lo miro extrañado mientras recoge apresuradamente sus cosas. - ¿Todo bien? - le pregunto. Sigue la clase de ética, que él no toma, pero aun faltan quince minutos, así que no me explico su prisa por irse.
Me mira apenado. - Sí, Emi - me dedica una sonrisa tranquilizadora. - Es solo que la mañana se me hizo tardísimo, ni siquiera alcancé a desayunar y me muero de hambre, por eso ya me voy a la cafetería - me explica. Recuerdo que llegó casi quince minutos tarde a la clase, y que por poco la profesora ni siquiera lo dejaba entrar.
- Está bien, desayunas rico - le doy un cariñoso apretoncito en la mano, y él acaricia mi mejilla cuando pasa junto a mí para salir del salón.
- Nos vemos al rato - nos dice a todos.
Mis amigos se despiden de él y lo miran con atención mientras sale del aula.
- Ya quería que se acabara cálculo - dice Fer una vez que Joaquín se ha ido.
- ¿Desde cuando esperas con ansias la clase de ética? - le pregunta Josh.
- No por la clase, babas - replica mi amigo. - Ya sabes que el maestro me caga, pero es la única clase en la que Joaco no está - me mira fijamente -, y yo quiero chisme - finaliza.
- No - dice Chava. Levanta su dedo índice -, queremos chisme - señala hacia los tres.
- Sí - coincide Joshua.
Los tres me miran con atención y yo solo logro reírme. Nadie más en el salón nos hace caso, pues después de casi tres años, ya todos tenemos nuestros grupitos y por lo general no ponemos atención a los demás.
- Deja de reírte y cuéntanos - exige Fer. - Ignoraste todos nuestros mensajes en el fin de semana, culero, y yo quiero saber qué pasó - me recrimina.
Intento ponerme serio. - Pues... pasaron muchas cosas - me encojo de hombros y me río otra vez. Chava me lanza su borrador. - Ya pues - suspiro -, Joaco y yo nos confesamos lo que sentimos el uno por el otro - Fer suelta un gritito y todos me sonríen emocionados.
- ¿Y qué más? - insiste Josh.
- Nos besamos - sonrío ampliamente al decirlo.
- ¡A huevo! - exclama Chava, haciéndome reír nuevamente.
- ¿Y ya? - pregunta mi amiga.
- Con Joaco sí, pero además, salí del clóset con mis papás - contesto. - Y ahora que lo pienso, me falta hacerlo con ustedes - los tres me miran sonriendo -, porque son de las personas más importantes en mi vida y algo que aprendí también este fin de semana, es que decir las cosas en voz alta les da una nueva dimensión - les explico, recordando las palabras que Joaco me dijo hace un par de días. - Soy gay - digo finalmente.
Chava se estira por sobre mi mesa y me abraza, Fer hace lo mismo, y Josh, que está un poquito más lejos, se pone de pie y se une al abrazo también.
- Te amamos mucho, pequeño Emilio - dice mi amiga. Prolongamos nuestro abrazo grupal por un momento más y después todos se acomodan de vuelta en sus lugares.
- Ustedes y mis papás me han hecho todo esto tan fácil que me siento casi demasiado suertudo - les confieso. - Ojalá fuera igual de sencillo para todo el mundo - añado con tristeza, pensando en lo que Joaquín me contó sobre su pasado.
- Esperemos que algún día lo sea - dice Josh.
- Como dijo Eduardo Galeano, "mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo" - cita Chava. - Así que no nos queda más que poner nuestro granito de arena - agrega.
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Posdata [Emiliaco]
RomansaEmilio es un joven de diecisiete años, que está cursando su último semestre de preparatoria mientras se prepara para entrar a la universidad y estudiar lo que le ha apasionado toda la vida: historia. Todo parece bastante simple en su vida, hasta que...