Capítulo 57. Un golpe de suerte.

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—Dios, de haber sabido ni siquiera me despertaba hoy —se queja Jens, dejándose caer en un sillón—. No es que me muera de ganas por tener clases, pero es lo mínimo que una espera cuando ya la hicieron despertarse a las cinco de la mañana.

—Te ves muy miserable hoy —le dice Chava en tono burlón. Jensen lo mira con desprecio—. Fer no se ve miserable y ella se despierta igual de temprano —añade a modo de explicación.

—Wey, yo me veo miserable diario, por eso ya no lo notas —replica mi amiga, haciéndonos reír—. Y concuerdo con Jen, si ya nos tenían ahí, al menos debieron darnos clase.

—No éramos ni diez personas en el salón —le recuerdo—. Entiendo por qué prefirieron mandarnos a nuestras casas.

—Me encanta que en lugar de hacer eso hayamos venido a un café —señala Mar—. Ya sé que vinimos solo porque Jen entra a trabajar en un rato, pero de todas formas.

Es jueves, y la historia de hoy es que nos corrieron de la escuela.

Bueno, eso fue muy dramático, no nos corrieron, sino que nos cancelaron las clases del día. La razón fue que casi todo nuestro salón está o presentando exámenes de admisión —como es el caso de Angie y Josh—, o en crisis porque mañana es su examen de admisión —el cual debería ser el caso de Chava, pero él está sospechosamente tranquilo—, y eso resultó en que a clase solo asistimos como ocho personas, así que apenas terminó la primera clase nos dijeron que mejor nos fuéramos.

—Chava —lo llama Fer—. ¿No deberías estar estudiando?

—Sí —responde él—. Debería, pero mi cerebro ya no retiene información, así que he decidido que hoy solo me relajaré, y mañana que sea lo que diosito quiera.

—Suena como una decisión razonable —dice Fercha—. ¿Quieren jugar UNO? —propone.

Todes aceptamos y nos pasamos las siguientes horas jugando. Cerca de las dos de la tarde una llamada en el celular de Chava nos interrumpe.

—Bueno —contesta. Nos indica con señas que sigamos jugando—. Ok, yo voy —dice en tono resignado—. ¿Ya no tengo que darle dinero yo al del taller?... Vale, nos vemos en la noche. —Cuelga y voltea a vernos—. Ya debo irme —anuncia—. Tengo que ir por mi coche, después a recoger a Omar a la escuela y luego hacerla de niñero.

—¿Puedo ir contigo? —pregunta Mar.

—Claro que sí, yo encantando de que vengas —mi amigo acepta con una gran sonrisa en su rostro—. ¿Ustedes qué pedo? —nos cuestiona después.

—Mi turno aquí empieza en quince minutos, así que quizá estaría bien ya irme para atrás de la barra a alistarme —responde Jen, aunque sin muchas intenciones de ponerse de pie.

—Yo voy a esperar aquí a Josh —dice Fer—. Me mandó mensaje de que ya salió del examen y quiere que vayamos al cine, así que le dije que aquí lo esperaba.

—¿Y tú, Mailo? —Chava me pregunta directamente.

—Yo... me iré a mi casa, supongo —le digo.

—¿Seguro? —intercambia una mirada rápida con Mar—. Podrías venir con Mar y conmigo, y luego ayudar a cuidar a mi hermano.

—No tengo nada contra Omar, pero esa última parte no me entusiasma —bromeo.

—A mí tampoco, si te soy honesto —murmura mi amigo, al tiempo que se levanta de su silla—, solo que no tengo de otra. En fin, ¿nos vamos, Mar?

Elle asiente, se pone de pie también, nos dejan el dinero de lo que consumieron y les despedimos. Jens también se levanta y se despide para irse a alistar para su turno.

Posdata [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora