Mejores amigos.

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POV Josh

N.A: Esta parte transcurre luego del capítulo 10. 

Solo tengo un problema con el hecho de tener que dormir con Chava. ¿El hecho de que sea hombre? Por supuesto que no. ¿Qué me tenga abrazado por la cintura? En absoluto, hoy hace frío, así que está bien. El problema es que está roncando muy cerca de mi oído. ¿Qué mal hice yo para merecer esto? Me despertó hace un rato y con este ruido veo casi imposible el volverme a dormir.

Consigo zafarme del agarre de mi amigo y me levanto de la cama. La cortina no está corrida, así que entra bastante luz a mi habitación por la puerta que da al balcón, y puedo distinguir a la perfección a cada uno de mis amigos. Chava se reacomoda de inmediato, y aunque es pequeño de algún modo consigue ocupar toda la cama él solo.

Por otro lado, Emilio y Joaquín duermen plácidamente en la colchoneta que está a los pies de mi cama. Mantienen una distancia prudente entre ellos —la más prudente posible considerando el tamaño de la colchoneta—, aunque después de haber visto las miraditas que se lanzaban ayer no dudo que les encantaría estar abrazándose. They're so damn cute.

Me giro hacia el otro lado de mi recámara, donde está la otra colchoneta y la encuentro vacía. Fer debe haberse escabullido en algún punto antes de que los ronquidos de Chava me despertaran, y como aun no vuelve, asumo que no fue simplemente al baño. A lo mejor Chava también la despertó a ella. No me sorprendería. Decido ir a buscarla y me llevo una almohada y una cobija para tratar de dormirme en la sala.

De camino al piso de abajo, donde están la sala y la cocina, paso por la habitación de mi mamá y veo que ella no está ahí. Ya ni siquiera me sorprende que los viernes no llegue a dormir, pues ha sido así por los últimos meses, incluso ha habido semanas en las que no aparece durante todo el fin, y entre semana rara vez llega antes de que anochezca.

Supongo que ella asume que como ya soy un adulto, no hay problema con que se ausente, y sí, no la necesito para sobrevivir, pues me he educado para ser autosuficiente, pero la extraño.

A veces siento que la extraño más a ella que a mi padre, y a él no lo veo desde hace más de seis años. Me imagino que tiene que ver con que me hice a la idea de no verlo a él desde el tiempo de las grandes peleas con mi mamá, cuando en la última de ellas se salió enojado de nuestra casa en EU diciendo que no nos quería volver a ver, y mi madre decidió que nos traería para México. Ahí supe que él no formaría más parte de mi vida, pero mi mamá... se suponía que ella sí se quedaría conmigo, sin embargo casi nunca está aquí.

El pitido del microondas me saca de mis reflexiones y me dirijo hacia la cocina, aunque antes paso por la sala para dejar ahí mi cobija y mi almohada. Fer me mira sorprendida cuando la encuentro sacando del micro un plato con algo que no alcanzo a distinguir. Por un momento me impresiona lo grandes y bonitos que se ven sus ojos sin los lentes puestos. Los vería aún más grandes y bonitos si yo me hubiera puesto mis lentes, así que me lo reprocho por un momento, pero luego alejo ese pensamiento. ¿Qué estoy diciendo?

—Hola —la saludo mientras me siento a la mesa de la cocina—. ¿Qué me preparaste de cenar —bromeo.

—Ja, ja —replica ella. Deja el plato en la mesa y se sienta en frente de mí—. Mi idea era hacerme unos nachos, pero no había queso amarillo, solo queso fresco, así que quedaron más como chilaquiles sin salsa —me explica.

—Estoy seguro de que hay salsa en algún lado —murmuro. Me levanto a buscar en el refri—. Para que sean chilaquiles en toda regla.

—Sí sabes que la salsa va antes del queso, ¿verdad? —me pregunta en tono de burla─. No serán chilaquiles como dios manda. 

Posdata [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora