Cartas 6. 1934.

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Carta 21. H.C., Guadalajara

Mi gran amor.

¿Recuerdas la idea de la que te hable en mi última carta? Bien, te la contaré. En los meses que van de este año he estado pensando mucho, y he decidido que quizá el momento de volver a Guanajuato, aunque sea tan solo por unos pocos días, ha llegado.

Necesito verte, sentirte cerca una vez más, y ahora que se han cumplido cinco años ya de que estamos lejos me parece un buen momento. Tenemos que organizar todo bien, quizá podríamos hacerlo por telegramas, sería mucho más rápido, aunque debemos pensar bien que palabras usaremos para no levantar sospechas en quienes escriban el mensaje.

Quizá notes la emoción en mis palabras, y ojalá la idea te haga tanta ilusión como a mí. ¿Te parece buena fecha hacer mi viaje en el otoño? Así tendremos aun casi medio año para planear todo.

Espero que tu respuesta sea positiva. ¿Cómo está todo por allá? Tu esposa, el pequeño Emilio, ¿están bien? Deseo que así sea.

Anhelo tu respuesta, anhelo verte pronto otra vez. Te amo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

***

Carta 22. H.C., Guadalajara

Mi amor.

Pasó algo grave que tengo que contarte. Hace unas cuantas semanas, trabajando en los campos de cultivo de maíz, conocí a una mujer, su nombre es Susana. Presionado por varios compañeros la invité a salir, temiendo que si no lo hacía comenzaran a sospechar la verdad sobre mí, pues era realmente bella, y ningún hombre se hubiera negado a estar con ella. O eso me dijeron.

Todo lo que pasó con ella se sintió tan incorrecto, como una traición a mí mismo.

No pensaba volver a buscarla, y por lo que me dijo, ella a mí tampoco, pero hace unos pocos días se presentó ante mí para darme una noticia que me ha cambiado el mundo, y por la cual me he visto en la necesidad de contártelo.

Va a tener un hijo.

No supe cómo tomarlo al principio, ni ahora, en realidad. Un niño, Emigdio, un niño que llevará mi sangre, ¿cómo es eso posible? Jamás pensé que pasaría. No puedo casarme con ella, pero tampoco puedo dejar que tenga a ese hijo ella sola, y sinceramente no sé qué hacer. Estoy aterrado, lo último que quiero es condenar a esa mujer al sufrimiento de pasar el resto de sus días conmigo.

Cuando te casaste con Rosa, al menos sabemos que tu cariño por ella, si bien no llegaba a ser amor, sí era sincero, pero yo incluso tengo dudas de algún día llegar a sentir afecto por esta mujer.

Dame un consejo, por favor. Lo necesito, te necesito. Siento tanto todo esto.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

***

Carta 23. H.C., Guadalajara

Mi amor.

Seguir tu consejo es lo único que me ha detenido de salir corriendo de aquí, pero no sé si pueda hacerlo por mucho más. Mi hijo nace en cinco meses, que quizá ya sean solo cuatro cuando recibas esta carta, y si en los últimos tres no he podido hacer la paz con la idea de quedarme aquí, no estoy seguro de que otros tantos hagan la diferencia.

Vivir con ella no ha sido fácil, y he tenido que trabajar más tiempo y más duro para mantenerla a ella también.

Apenas y pude hacerme tiempo para escribir estas palabras, lo siento.

Te amo.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

***

Carta 24. H.C., Guadalajara

Mi amor.

Apenas y tengo tiempo para garabatear un par de palabras en este papel. El embarazo ha sido complicado, y además del trabajo me he tenido que encargar de la casa. Y siento que Susana me desprecia por sobre todas las cosas.

No me siento feliz, la dicha que debería acompañar a la venida de un hijo simplemente no está.

No espero que lo entiendas, tú amas a tu hijo más que a ti mismo, y admiro tantísimo eso, lo sabes.

Pero yo no puedo, no sé si pueda hacerlo cuando nazca.

Yo nunca quise nada de esto.

Perdón.

Posdata. Contando cada gota de agua en el mar, cada grano de arena en el desierto...

Posdata [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora