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《134》

Boda Sasusaku 3/4

"La Boda"

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1 día antes.

—¿Flores?

—Listas.

—¿Centros de mesas?

—Listos.

—¿Música?

—Piano y arpas. Listos.

—¿Comida?

—Buffet italiano. Listo.

—¿Invitados?

—Listos. —el peliblanco revisó la lista rápidamente y suspiró— Falta uno por confirmar.

—¿Quién? —preguntó Itachi.

—Charasuke.

Ambos suspiraron. Kakashi e Itachi se habían ofrecido a ayudarles a Sasuke y Sakura con los preparativos y la agenda de su boda. Todo estaba planeado para que fuera perfecto.

—¿Quién rayos lo invitó? —preguntó entre risas el Uchiha.

Hatake se encogió de hombros: —Según tenía entendido él no quería venor y a  ellos no le importa que asista.

—¿Y por qué está en la lista de invitados? 

—Naruto. —respondieron acompañado de un ligero suspiro.

Desde que Haruno y el Uchiha dieron la noticia de su boda con todo y fecha, recibieron gran apoyo de toda su familia y amigos, pero eso no los salvó de algunas bromitas, especialmente de su mejor y rubio amigo; Naruto intenti cambiar varias veces el menú de comida, también contrató un trío de mariachis para que fuesen los que tocaran cuando Sakura estuviera caminando al altar y casi convenció a sus amigos de que el evento sería en otro lugar y no en el que indicaba la invitación. ¿Por qué? Bueno, nadie lo sabía, y lo peor era que eso provocó enojo y discusión entre el Uzumaki y el Uchiha, al grado de dejarse de hablar.

—Si Sasuke se entera se enojará mucho. —comentó su hermano.

—Peor. —dejó la lista sobre la mesa más cercana— Tal vez hasta posponga la boda con tal de darle una lección a Naruto.

—No es para tanto. —respondió un tanto indignado el Uchiha— Tal vez solo le pegue una bofetada a Naruto por seguir dándole problemas, pero mi hermano no es tan agresivo.

Lanzaron una carcajada y se dieron un descanso.

Mientras ellos se encargaban de las listas de pendientes, Sasuke y Sakura se paseaban por las calles de Konoha disfrutando su último día de solteros juntos. Era un día frío, la nieve cubría sus botas y sonrojaba sus narices. Caminaban uno junto al otro con sus brazos entrelazados y los bolsillos como refugio para sus manos. Sakura tarareaba por lo bajo, pero lo suficientemente fuerte como para que su novio pudiera escucharlo. 

—¿Emocionada? —preguntó el azabache intentando que no se escuchara el castañeo de sus dientes.

—¿Cómo no voy estarlo? ¡Mañana nos casamos! 

Se detuvieron en la esquina, el semáforo peatonal se encontraba en rojo.

—¡Exacto! Y porque nos casamos mañana, ¿podrías decirme qué hacemos aquí?

—¿En Konoha? Pues vivimos aquí, cariño. —respondió a la par que lo jalaba para cruzar la calle.

Se detuvieron debajo de la entrada de una cafetería pequeña donde tenían de oferta donas y croissants, sacudieron sus abrigos y él le abrió la puerta.