Capítulo 22 - Sam

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TE VEO
Boston, Massachusetts, 2013

17 de Junio

Habían personas crueles en el mundo, muchas con crímenes atroces en contra de la humanidad, pero no se me ocurría persona más cruel en el mundo que Kiera en ese momento.

Mi amor por Zoé no era un secreto para nadie, aunque esa bebé encontraba la forma de siempre estar jalando mi cabello o intentar morderme, me gustaba verla jugar y darle obsequios aunque no era tan excesivo como Daniel —le compraba algo cada vez que salía con o sin ella—, por otro lado, mi rechazo a cargarla o hacerme cargo de ella sin compañía, eran cosas que dejaba en claro cada vez que podía.

Era muy pequeña y frágil, temía que se hiciera daño estando bajo mi cuidado.

Todos lo sabían. La única vez que estuve cerca de hacer de niñero, yo solo, Daniel llamó a Hope y, aunque me quejé por su desconfianza, por dentro lo agradecí mucho.

Kiera estaba en la sala justo cuando volvia de pasear a Miel, dijo que tenía una reunión de trabajo urgente y que debia cuidar de la bebé. No fue una pregunta, antes que pudiera negarme ella se despidió y se fue.

—Estoy a punto de volverme loco, Daniel, debes venir rápido.

—Me queda una clase aún —rió del otro lado de la bocina—. No entres en pánico, lo harás bien.

—¿Qué pasa si comienza a llorar? Ahora está dormida pero puede despertar pronto.

—Sam, debo colgar, pero si pasa eso la cargas.

—Sabes que...

—Adiós, hermanito —dijo antes de colgar.

Fue una tarde extremadamente agotadora. Llanto, pañales sucios y teteros perfectos que Zoé se negaba a tomar. Ella estiraba sus brazitos en mi dirección, en un clara señal de que quería ser tomada en brazos, tal vez eso pudo calmar su llanto pero prefería seguir meciéndola en la cuna.

Mamá llego dos horas después.

Literalmente, huí a mi habitación en cuanto dijo que ella se encargaría.

Tener hijos sonaba difícil y solo había cuidado a Zoé tres horas, comencé a considerar la idea de que los niños y yo no íbamos de la mano.

Estaba decidido: tendría muchos perros.

|=|

—Sam, alguien quiere verte, mi vida —informó mamá.

—Solo quiero dormir —me quejé sin levantar mi cabeza de la almohada.

Escuché una risa ajena a mi madre, una que no había oído en algunas semanas.

—Podría decir que vine desde otro continente a verte.

Hope.

Sonreí sin poder evitarlo.

—Hola —dije levantándome.

—Hola —sonrió ella.

Pasaron unos segundos dónde solo nos veíamos, ambos sonrientes, sin decir nada.

Solo deja que te toque © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora