SIN EXPLICACIÓN
Boston, Massachusetts, 201327 de febrero
—Sammy se arregla para ir a ver a su novia, Sammy se arregla para ir a ver a su novia... —canturreó Daniel sentado en medio de mi cama jugando con mi portátil.
Dado que estaba buscando mi sudadera azul en el armario, le tiré en la cabeza una de las muchas almohadas que tenía cerca y no usaba, antes las dejaba en la cama al dormir pero terminaban adornando el piso y prefería tenerlas guardadas.
Una cosa menos qué ordenar en las mañanas.
—Puedes irte a tu cuarto —sugerí.
—Mi laptop no funciona y no me dejas llevarme la tuya.
—Si me dejas en paz no me importa dártela —mascullé sin que me escuchara.
Daniel comenzó algún monólogo sobre lo mal hermano que era algunas veces en comparación de la benevolencia que él siempre demostraba.
Continué tirando todo lo que había en mi armario buscando la bendita sudadera azul pero no la encontraba.
Miré mi habitación, la mayor parte del tiempo permanecía semi-ordenada pero siempre había algún libro o prenda de vestir fuera de su lugar. En realidad, mi habitación era algo grande, al entrar veías el escritorio, los libreros dónde ya no cabía ni una hoja de papel más, un sofá cama frente a la televisión y el balcón al lado —donde solo había una mesa pequeña y un banco con cojines—, del otro lado estaba mi cama, el baño y una cómoda fuera del armario.
—¿Mamá ha lavado está semana? —pregunté al ver que la montaña de ropa había crecido al lado de la puerta del armario.
—No, parece que lo olvidó —alargó las palabras Daniel—. ¿Te has dado cuenta que desde que el inutil de nuestro padre se fue son despedirse, otra vez, ha estado algo decaída? Es que cuando estamos en casa es la misma de siempre pero cuando no se da cuenta que la miramos tiene ese semblante un poco triste.
Me dejé caer en el sofá.
Nadie sabía que papá se fue porque yo se lo pedí y Daniel tampoco sabía del alejamiento que mamá y yo habíamos tenido en las últimas semanas.
Si había notado un comportamiento extraño en mamá pero me autoconvenci que era por las palabras que intercambiamos esa noche.
—Hablaré con ella cuando vuelva —avisé.
Aún me quedaban sudaderas limpias, cogí la que estaba más cerca y me la puse. También recogí un poco de la ropa que había por el piso para meterla en la lavadora, no era tan inútil ni debía esperar a que mamá hiciese todo por nosotros.
Estaba por salir del apartamento pero primero me asomé a su habitación para comprobar que estuviera allí.
Se había quedado dormida leyendo y Miel le hacía compañía inmóvil en sus pies.
—Te amo, mamá —suspiré antes de dejar un beso en su frente y salir.
|=|
—Algo te pasa —Hope frunció el ceño—, eres menos guapo si no compartes que te pone mal —avisó haciendo un puchero.
ESTÁS LEYENDO
Solo deja que te toque © [EN PROCESO]
RomanceCuando dos personas están destinadas a estar juntas no importa el tiempo que pase, ni las nuevas personas que lleguen porque, al final del camino, volverán a encontrarse y nunca más se dejarán ir. Así podemos hablar de la historia de Hope y Sam, bu...