DIFERENTE
Boston, Massachusetts, 20122 de Diciembre
—Creo que te has excedido un poco —se rió mamá al ver todas las cosas que Daniel había comprado.
—Si, tal vez no fue necesario pedir los coches de bebé en tres colores —dijo Daniel pensativo.
—¡¿Tres colores?! —preguntó mamá.
—Es que no sabía que azul me gustaba más —se encogió de hombros— ¿sabias que las cosas que bebé no son baratas? Me quedé sin crédito en dos tarjetas.
—¡Daniel! —le regañó mamá y le dio una palmada en el brazo.
No pude evitar reír pero por burlón a mi también me cayó un manotazo.
—Pero yo no hice nada —me quejé.
—¡Exacto! Si ya sabes cómo es Daniel debías detenerlo.
Rodé los ojos.
—Es tu hijo, no puedes culparme.
Estaba por decirme algo pero Daniel se cayó del cuarto escalón por tratar de subir todos los peluches de animales que había comprado.
—¿A dónde llevas eso?
—Al cuarto de Kiera —constestó como si fuera algo obvio.
—Ella no vive aquí —le recordé.
La idiotez de Daniel no me merecía que me levantara a ayudarle, además, estaba cómodo sentando en el sofá con el café que la abuela me había preparado.
—Pero está embarazada, el estúpido de Garret no está y necesitará que alguien esté pendiente —argumentó—. Kiera vive aquí prácticamente y el donante de esperma —se refería a nuestro padre— nunca se negaría, quiere a Kiera más que a nosotros.
Mamá lo meditó un momento, su rostro no escondía cuanto le gustaba la idea de Kiera con nosotros.
—La habitación que usa Kiera es muy pequeña para ella y un bebé —explicó.
—Ya pensé en eso.
Soltó todos los peluches que aún tenía entre sus brazos y se levantó.
—Yo tengo la habitación más grande del segundo piso así que se la daré, tú, mamita hermosa —la halagó y estrechó en un abrazo—, renuncias al cuarto de costura, yo me mudo allí porque es el que tiene el segundo clóset más grande y pasamos tus cosas a la antigua habitación de Kiera.
Contra todos mis principios debía decir que la idea de Daniel no era descabellada, en realidad era muy posible.
—Lo que diré no lo repetiré y si ustedes lo cuentan lo negaré —advertí antes de hablar—, pero la idea de Daniel es buena, mamá.
—Hablaré con Kiera, es su decisión —cedió.
Se soltó de Daniel no sin antes pedirle que buscara un lugar para todas sus compras y nos dejó solos en la sala.
—¿Me ayudas?
|×|
Salí de bañarme diez minutos antes de las ocho y decidí vestirme con uno de los tantos atuendos que Daniel escogía para mí pero nunca me ponía. El que escogí era el que se asemejaba más a mi estilo diario, unos jeans negros, zapatillas blancas, una camiseta blanca y una chompa guinda.
—Vuelvo en un rato, estaré en la azotea con Andy —avisé buscando mis llaves.
Mamá, Kiera y la abuela pasaron la película que veían, las tres me analizaron muy minuciosamente con la mirada.
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Solo deja que te toque © [EN PROCESO]
RomanceCuando dos personas están destinadas a estar juntas no importa el tiempo que pase, ni las nuevas personas que lleguen porque, al final del camino, volverán a encontrarse y nunca más se dejarán ir. Así podemos hablar de la historia de Hope y Sam, bu...