LO QUE SOY
Múnich, Baviera, Alemania
18 de agosto, 2025
Tragué dos pastillas para el dolor de cabeza junto a mi batido de frutas. No era ni la hora del almuerzo y ya había lidiado con dos emergencias de mi padre.
De alguna forma, por arte de magia —o sus amigos en la policía de Tokio— se enteró de las travesuras de mi hermana Hinata durante sus vacaciones de verano. Estaba verdaderamente enfadado cuando por fin tomé su llamada y lo primero que exigió fue que Hina fuera a Boston hasta que sus clases comenzaran, según él, mandarla al internado era una solución fácil a su castigo que no me correspondía tomar a mí, ya que, ella era su hija, no mía.
No quería agrandar esa discusión. Ashton estaba por ser dado de alta y prefería estar con él.
Él tenía razón, no era mi hija, esa responsabilidad debía ser suya. Sin embargo, a él no le molestó que yo tomara esa responsabilidad cuando se trataba de premiaciones o eventos escolares. Hina y yo teníamos una buena relación hasta que él insistió en mandarla a Manchester a estudiar, en los últimos años había conseguido volverme loco, pero no al punto de odiarla tanto para obligarla a estar con mi padre un mes entero.
Lo solucioné cortando la llamada.
Ya no tenía dieciocho años ni aceptaba sus órdenes sin dar pelea.
—Te ves fatal —exclamó la voz de Miha, apareciendo a mi lado.
—No dormir en mi lindo y costoso colchón me pasa factura, ya no soy tan joven —me lamenté, obteniendo una dulce risa de su parte—. Si me invitas a una sala de descanso no diría que no.
Fastidiar y ponerle los pelos de punta a Miha era parte de nuestra hermosa relación.
—Lo siento, cariño, lo mío son los rubios —siguió mi broma.
—Entonces tendremos que competir por Travis, no te lo daré tan fácilmente.
—¿Lo has visto cuando Hope está en una habitación? No tienes oportunidad contra ella.
—Pues ahora que han terminado Trav será todo mío —guiñé un ojo, apoyando mi brazo en su hombro.
Miha, aparte de ser rubia y tener ojazos azules, era alta y delgada, un poco menos que Hope, por lo que yo igual le sacaba unos buenos centímetros.
—Eres muy chismoso, Hiro, recuérdame no contarte nada nunca —rodó los ojos, caminando hacia su consultorio. La seguí.
Tenía algo de energía para fastidiarla un poco.
—Si quisieran que nadie lo supiera me lo hubieran dicho, cosa que no pasó.
—No se lo digas a Sam, creo que él... no debería saberlo por ahora, que está en su lugar de soledad.
Estaba enojado con Sam, le había dedicado doce años de mi vida y él suponía que un mensaje era suficiente para avisarme que se iría a quien sabe donde durante media semana. Todo con la excusa de que necesitaba un tiempo para él y sus pensamientos.
Solo deseaba que al volver tuviera las cosas más claras, la situación comenzaba a alterarme y tendría que pedir refuerzos si algo no sucedía pronto.
—Él no quiere hablar conmigo, no, si se trata de Hope y pienso saber por qué —admití—, la responsabilidad de cuidarlo es toda tuya, Cerati, es mejor que estés preparada, no quiero que mi Sammy sufra más.
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Solo deja que te toque © [EN PROCESO]
RomanceCuando dos personas están destinadas a estar juntas no importa el tiempo que pase, ni las nuevas personas que lleguen porque, al final del camino, volverán a encontrarse y nunca más se dejarán ir. Así podemos hablar de la historia de Hope y Sam, bu...