Capítulo 11 - Sam

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PROMESA
Múnich, Baviera, Alemania

22 de agosto

Martin llevaba hablándome los últimos diez minutos, pero no podía concentrarme en lo que decía, mis recuerdos estaban en Hope y en ese beso... en cómo sus labios se habían encontrado con los míos.

Ese beso dijo todo lo que ambos callábamos.

Ya no tenía dudas. Amaba a Hope y ella... ella aún me amaba.

El amor debía ser suficiente, estar enamorados debía ser suficiente esta vez porque no me rendiría y no la dejaría ir.

Lo que Daniel me había dicho acerca de su vida, el tiempo que estuvimos separados, me hizo saber que Hope había enfrentado grandes retos, algunos que no podría ni imaginar —en palabras de Daniel—, pero quería que ella me lo contara. Ya no le exigiría a Hiro ni a Daniel que me contaran una historia que solo le pertenecía a Hope.

—¿Puedes cubrirme en mi cirugía de la tarde? —interrumpí a Martin.

—¿Has escuchado algo de lo que te dije? —cuestionó, más divertido que enojado, por mi falta de interés. Negué, a lo que él soltó un suspiro—. Te cubriré, la verdad, que ahora no quiero ir a casa y sabrías el motivo de haberme prestado atención.

—Discúlpame, en este momento no tengo la claridad necesaria para operar y siento ser un mal amigo.

—No te preocupes, Sam —me ofreció una sonrisa sincera y un apretón en el hombro—. ¿Tu cirugía es con mi suegro? —asentí—. Bien, eso sirve para que me queje de su hija. Ahora me voy, tengo pacientes que sanar e internos a los cuales maltratar.

Cuando estuve solo de nuevo le mande un mensaje a mis enfermeras y al doctor West indicando que me sentía mal y me retiraría antes.

Quería ver a Hope, pero si me había ido después de besarle era para que tuviera un poco espacio antes de decirle directamente que la amaba. Además, todavía tenía miedo de cuál podría ser su respuesta.

Sí, tenía la certeza que ella no me era indiferente, pero eso no era garantía de que podríamos tener un futuro.

Un nosotros.

Nosotros.

Hacía mucho tiempo en que no pensaba en Hope y en mí de esa forma, antes parecía imposible, ahora tenía una oportunidad. Si el destino por fin estaba a mi favor, existiría un nosotros.

El destino es el más cruel escritor, pero ya nos había hecho sufrir, ya conocíamos lo que era estar sin el otro. Quería creer que ese era su juego, saber lo que era una vida separada y elegirnos, elegirnos una y otra vez yo.

Yo elegiría a Hope las veces que fueran necesarias.

Hope había sido el inicio, el inicio de una vida que quería pasar junto a ella.

Con esa repentina valentía me decidí a mandarle un mensaje.

SAM
¿Podemos vernos?
4:37 p.m.

El mensaje no le llegó de inmediato, decidí no sobre pensarlo, en un rato podía intentar llamarla.

Me quité la bata blanca antes de ir hacia el pabellón de ortopedia.

Ayer le sobreexigí demasiado a mi cuerpo, fueron muchas horas de pie y caminando, el dolor en el tobillo ya no era algo que pudiera ignorar fácilmente y no me gustaba automedicarme, aunque yo fuera doctor, prefería ir con un especialista en el tema. Estuve allí cerca de dos horas, el doctor que usualmente me trataba, recomendó que me practicaran unos masajes y una compresa fría. Al terminar me sentía mucho mejor.

Solo deja que te toque © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora