Capítulo 26 - Sam

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POEMAS Y CARTAS
Boston, Massachusetts, 2013

26 de agosto

Sabía que Hope no contestaría mi último mensaje por lo que guardé mi teléfono y devolví mi concentración a mi comida, la conversación —pelea— que entablaban Hiro, Feith y Audrey no era interesante para mí. 

Mi mente estaba más ocupada pensando en Hope, ella estaba a punto de hablar con su madre y eso sin duda no sería nada fácil. Hope era tan valiente, enfrentar a sus padres en busca de respuestas sonaba como un reto que yo hubiera dejado pasar. 

No por miedo, es solo que sabía que las respuestas no me gustarían. 

Con mi padre, por ejemplo, él sin duda era una persona distinta a la que dejó a mamá en el hospital, nunca podría perdonarlo por completo por aquello, pero, ¿acaso no merecía una segunda oportunidad? A pesar de que no estaba dispuesto a darle una cuando la pidió, las circunstancias le dejaron demostrar que, en verdad, era una persona distinta a la que se marchó muchos años atrás. 

Alejé esos pensamientos de mi mente, no quería comenzar a querer la presencia de mi padre permanentemente, no cuando era conocido por siempre estar lejos. 

—...no acepto consejos de arte de personas que ni siquiera saben combinar su ropa —le dijo Feith a Hiro con una sonrisa fingida. 

—Para tu información, esto —Hiro se señaló a sí mismo—, es la última moda en Japón. 

—Oh, que pena que vivimos en América —se burló la pelirroja. 

—¿Puedes decirles que se callen? —le pedí a Audrey en un murmullo. 

—No, esto es demasiado divertido —rio sin dejar de prestar atención a la pelea de los otros dos. 

Mis constantes bufidos y quejas no los detuvieron, cuando creía que Feith por fin había dado por terminada la discusión, Hiro soltaba un comentario más inteligente y Feith hacia lo mismo alargando mi martirio. Nuestra comida llegó, logrando callarlos a ambos solo por unos minutos, una nueva pelea comenzó porque Hiro se acabó la salsa del pollo e insultos como desconsiderado e idiota le llegaron. 

—Yo pago —ofreció Hiro dando su tarjeta cuando se acercó el mesero con la cuenta en la mano—. Eso no lo haría alguien desconsiderado, en realidad, me considero alguien muy caritativo. Díselo, Drey. 

—Si, Hiro, eres muuuuy considerado —dijo Audrey conteniendo una risita. 

Rodé los ojos y revisé la pantalla de mi celular, Hope no me había hablado, pero ya había pasado un buen rato desde el último mensaje. 

Yo la amaba, podría regalarle toda mi colección de libros o probárselo de mil maneras, pero, tolerar a Feith peleando con Hiro era algo demasiado drástico. Hope me quería demasiado, ella no querría que pasara por esa tortura más tiempo. 

De cualquier forma, podía entretenerlos en el camino.  

—Estaba a punto de considerarte alguien demasiado egocéntrico, pero ahora temo que solo intentas demostrar que me equivoco con respecto a un juicio que hice a tu persona —con burla, Feith juntó sus manos por encima de la mesa e intentó sonar inocente— ¿tu ego es tan pequeño que necesitas la aprobación de todas las personas a tu alrededor?

Eso fue bueno, tanto que no evité reírme. 

Hiro quería defenderse, pero el teléfono de Feith comenzó a sonar por una llamada y ella contestó, alzando un dedo en una clara señal de que se debía callar. 

Solo deja que te toque © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora