Capitulo 9 - Sam

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NO SOY CAPAZ
Boston, Massachusetts, 2012

29 de Diciembre

—¿Aló? —contesté el teléfono.

—Hola, Sam.

—Hola, Samuel —rodé los ojos.

Que ganas de reprocharme el no haber visto el identificador antes de contestar.

—¿Cómo estás, hijo?

—Bien. Es muy rara tu llamada, tú siempre te jactas de seguir tus reglas y pensé que llamar una sola vez al mes era una de ellas. Claro que este mes no lo hiciste pero casi era feliz por ello.

Tal vez me excedía con mi malcriadez pero era la única manera que conocía de tratar con mi padre.

—Si, lamento interrumpir tu día es solo que ayer terminó mi misión...

—¿Volverás? —le interrumpí.

—Deberias dejar que termine de hablar —se aclaró la garganta—. Ya llevo cinco misiones de seis meses sin descanso y mi general me pidió que llame a casa antes de enlistarme en la siguiente.

—Esta no es tu casa, los dos lo sabemos, debiste llamar a la abuela o a mi mamá directamente. Solo a ellas les importa realmente.

Escuché un sonoro suspiro.

—Lo sé, solo que las dos me hubieran suplicado que vuelva y creo que lo consideré por un rato, extraño Boston...

—Pero sabías que, siendo un sábado donde no mamá no espera tu llamada, ella estaría en la tienda —lo corté de nuevo—, esperabas que Daniel o yo te contestaramos.

Me estaba excediendo con él, pero nadie puede decir que no se lo merecía.

—Si... Luego recordé lo que Daniel y tú pueden querer así que solo llamé para cumplir con la órdenes...

»Debo irme, recuérdale a tu mamá que la otra semana debe hacer el depósito por el auto que le compramos a Daniel.

—Se lo diré.

—Esta bien, hijo, no le digas a mi madre o a la tuya que me planteé regresar. Cuídense.

—Daniel cuida de mamá, de Kiera y de mí, y yo cuido a Daniel.

—Claro, Sam. Hasta lue...

Dejé el teléfono en su sitio.

Que bonita manera de comenzar mi día.

05 de Enero

No tenía idea de en qué momento aprendí exactamente que debía pedir para Hope y Feith en la panadería, se había vuelto automático saber que era lo que ambas iban a desear dependiendo de su humor pues Feith casi siempre me usaba como delivery.

Cuando el ascensor se abrió en su piso, las dos estaban fuera esperándome.

—¡Donas! —exclamó dichosa Feith arrebatándome una de la bolsas de papel.

Hope se encargó de marcar los botones en el ascensor mientras yo luchaba porque su hermana no tomara las demás bolsas.

—Hola, Feith, estoy bien, gracias por preguntar. Claro que puedes tomar una de las bolsas —rodé los ojos divertidos.

—Como si tú quisieras mi amor —bufó devorándose las tres donas que había en su bolsa.

—Se me hizo demasiado raro no verte, o a Andy, por la mañana —adviritó Hope, se alzó en puntas y me dió un beso en la mejilla—. Hola, S.

Solo deja que te toque © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora