Capítulo 29 - Hope

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CUANDO LAS AVES VUELAN
Boston, Massachusetts, 2013

24 de septiembre

—Dime que es mentira lo que Hiro me dijo —exigió Audrey, llegando furiosa a la mesa de la cafetería donde estábamos comiendo. 

—Es verdad —acepté. 

—¡No me puedes hacer esto, Hope!

—No importa, ya lo hizo —añadió Sam. 

—Hope, si haces eso dejaremos de ser amigas y nunca más te volveré a hablar. 

—Dios, Drey —intervino Hiro, la jaló del brazo, forzándola a sentarse—, no seas tan dramática, ella solo no quiere una fiesta de cumpleaños, no es el fin del mundo. 

—Ya había planeado todo, no seas aguafiestas. 

—Audrey, me gusta más el plan de los chicos —me disculpé—, ir a los juegos, pizza y pastel en la terraza es más mi estilo. Invitaremos a Chase, también irán Daniel, Patrick y Amely, ósea, todos mis amigos. Una fiesta suena como muchas personas con las que tratar y prefiero pasar el tiempo con ustedes. 

Sabía que Audrey estaba encaprichada con la idea de una fiesta, pero no era lo que deseaba y no cambiaría de opinión. Ella solo se cruzó de brazos y frunció el ceño. 

—No me enojaré contigo porque es tu cumpleaños y te quiero —concedió—, pero sí puedo enojarme con Hiro. 

—¡Que no he hecho nada! —se defendió Hiro. 

—Dejemos de fastidiar a Hiro y mejor que nos cuente como salio su no-cita con mi hermana. 

—¡Si fue una cita! 

—Ella dice que no —se burló Sam. 

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Sin duda alguna no había un mejor lugar, o cosa que hacer, que oír a leer junto a Sam mientras sus brazos rodeaban mi cintura, pegando mi espalda a su pecho. Nuestras piernas se entrelazaban a lo largo del sofá, frotándose al buscar un poco de calor en el cuerpo del otro.

—Esto es demasiado bueno, no quiero terminarlo —me quejé Hope, bajando el libro—, tendremos que esperar un año por la siguiente parte.

—¿Estás llorando? —preguntó al notar el tono en su voz.

—No —mentí formando un puchero.

Las manos de Sam se colaron dentro de mi camiseta, dando lentas caricias a la parte baja de mi busto y el centro de mi abdomen.

No podía explicarle a Sam que el tiempo, el poco tiempo, era lo que me ponía verdaderamente mal.

—Te prometo que en cuanto salga el siguiente lo compraremos, pero ahora necesito saber a quién escoge, bonita, sigamos leyendo.

—No, a mí me gusta uno y a ti el otro, somos de diferentes equipos.

—Lo siento, no quería decirlo, amor, pero yo tengo razón.

—Odio los triángulos amorosos —me quejé—, hace todo tan complicado.

—Eso no pasa cuando dos personas se aman —murmuró en mi oído, con su voz ronca. Aprovechó en dejar un beso en el espacio entre mi cuello y clavícula, subiendo el nivel y esforzándose en convertirlo en una pequeña marca.

—Como nosotros —añadí.

—Como nosotros. 

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