PARA ALGUIEN
Boston, Massachusetts, 20121 de Diciembre
Tal vez no manejaba la mejor relación con mi padre pero sin duda amaba a mi abuela con el alma, cuando llamó a mamá desde el hospital de Columbia no dudamos en ir a verla y acompañarla los días siguientes en su solitaria casa hasta que acepto pasar un tiempo con nosotros en la ciudad.
—Te daría la habitación de los chicos o la que usa Kiera pero son un desastre total —se río mamá—, yo me quedaré en la de huéspedes.
—No quiero ser una molestia, Claire —se disculpó la abuela.
—No lo eres, Amelia, a los chicos les encantará tenerte por aquí y cuando Samuel llamé estará tranquilo por saber que te cuidaremos bien.
Ahí estaba, la desmedida preocupación de mi mamá por complacer a quien dice ser nuestro padre.
—¡Mamá! —gritó Daniel entrando a la habitación, abrazó fuertemente a mamá— Nunca vuelvas a irte, le dejaste con Kiera y casi quemamos la casa dos veces tratando de cocinar.
—Eso demuestra lo inútil que eres —reí.
—¿Qué hubo, abue? —saludó a la abuela abrazándola con la misma alegría.
—Pero si es mi muñequito mayor —lo abrazó de vuelta.
—Sam, trae algo de beber para que tu abuela tome sus pastillas —pidió mamá.
Obedecí. El cuarto de mamá estaba en el primer piso y muy cerca de la cocina.
—¿Qué te pasa? —le pregunté a Kiera al verla muy pensativa apoyada en la isla.
Tenía un mueca de preocupación y angustia, estaba callada y no prestaba atención a lo que le decía. Encima de la isla había un sobre roto y en su mano se aferraba a un papel.
Hay algo que se llama privacidad, lo sé bien, pero Kiera era como una mejor amiga para Daniel y para mí por lo que pocas veces eso aplicaba en nosotros.
Le arrebaté la hoja.
Se trataba de una prueba de laboratorio, más exactamente, una prueba de embarazo.
—Carajo... —murmuré al leer que el resultado era positivo.
—Yo... —comenzó a hablar Kiera con la voz rota, lágrimas brotaban de sus ojos— Siempre me cuido, Sam, pero...
Me acerqué a ella y la abracé.
No podía saber lo que sentía Kiera, no podía decirle que la entendía pero trataba de hacerlo.
Hace dos años, cuando Kiera tenía veinticuatro, se contagio de VIH por una irresponsabilidad suya. Fue una etapa muy dura para ella y donde su relación con mi mamá se afianzó, el tiempo que pasó en el hospital fue grande pero aprendió a llevar la enfermedad cumpliendo con todos sus controles y tomando todos sus medicamentos a tiempo. El diagnóstico final fue que era VIH seropositivo indetectable, no era un centro de contagio para sus parejas si mantenían un cuidado óptimo pero había posibilidad de que se lo heredara a sus hijos.
—Llamaré a mi mamá y veremos qué hacer —aseguré.
Me iba a alejar pero Kiera seguía abrazándome y llorando sobre mi hombro.
»¡Mamá! —llamé tratando de no sonar desesperado y preocupar a mi abuela— Todo estaré bien —prometí.
En cuanto mamá lo supo se fue con Kiera al hospital para ver sus opciones.
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Solo deja que te toque © [EN PROCESO]
RomanceCuando dos personas están destinadas a estar juntas no importa el tiempo que pase, ni las nuevas personas que lleguen porque, al final del camino, volverán a encontrarse y nunca más se dejarán ir. Así podemos hablar de la historia de Hope y Sam, bu...