Capítulo 18 - Sam

85 9 3
                                    

Nota de la autora: Este es un capitulo que me han pedido mucho aunque puede ser sensible para algunas personas. Para escribir este capitulo, he llevado una larga investigación sobre los conflictos internacionales que de por sí es un tema que me interesa, sé que hay margen para errores, de ser así me disculpo por adelantado, todo lo retratado para esta obra de FICCIÓN  va desde el respeto. Muchas gracias por leer. 


PRONTO
Paso de Rafah, frontera con Egipto

1 de octubre

La herida de Salvatore no era tan grave como pensé en un primer momento, aunque si se hubiera tratado al instante no habría pasado noches preocupado por su función motriz. El viejo no me dejaba revisarlo porque decía que era gastar insumos en algo innecesario y, en contra de mi buen juicio, debía darle la razón.

No era un secreto para nadie la situación que se vivía aquí, pero verlo en persona era totalmente distinto. Las personas estaban muriendo, sus hospitales estaban colapsados, no solo no había suministros, la cantidad de personal con preparación médica —porque los doctores hace mucho que no podían hacerlo solos— era insuficiente y trabajaban en muy malas condiciones.

En cuanto llegamos, quise ayudar todo el tiempo que me fuera posible, pero el "permiso" extraoficial que nos habían dado para entrar solo nos permitía estar aquí un máximo de sesenta horas seguidas, luego debíamos volver al instituto, donde aprovechábamos en dormir, comer y cargarnos con todos los suministros posibles. Todo el equipo había vaciado sus bolsos tácticos, salvo por una muda de ropa y algo de comida, llevábamos gasas, material, estéril, alcohol, yodo, kits de sutura, entre otros.

—Salimos en diez —avisó Jackson, uno de los marines que nos acompañaba, sin ellos no podríamos pasar por el bloqueo marítimo—, hablemos del despliegue cuando estemos en terreno.

—Hoy iremos unos cinco kilómetros más al norte —dijo Salvatore señalando el mapa que había colocado en la mesa de la sala de reunión—, tengo información sobre un campamento que finge como hospital, estaremos allí veinticuatro horas y luego iremos a nuestra posición anterior para el seguimiento de nuestros pacientes.

—Tenemos que tener cuidado, hay informes de actividad inusual a treinta kilómetros de donde estaremos y nos recomiendan mantenernos lo más al sur posible —explicó Bayley, el otro marine.

—En otras palabras, habrá bombardeos, ¿verdad? —pregunté.

Salvatore nos dio una mirada, aparte de nosotros, había otros tres doctores, todos con experiencia en zonas de conflicto, así que ninguno se enfrentaba a algo desconocido.

—Ya le recordé a mi contacto en las fuerzas israelíes que estamos aquí gracias a ellos y me aseguró que mantendrá el conflicto lejos de los campamentos que visitaremos.

Fruncí el ceño. Por supuesto que lo harían, éramos un grupo de cirujanos y soldados, todos norteamericanos.

—Si ya tienen todo listo, pueden ir subiendo a la camioneta —indicó Jackson.

Terminé de atarme las botas antes de tomar mi mochila táctica. Fui el primero en salir, uno de los doctores terminaba de programar un email para su esposa.

Yo había hablado con Hope varias veces, conseguí un teléfono satelital y una portátil para llamarla el día de su cumpleaños y le había dejado tres correos programados para que no se preocupara demasiado, la llamaría a penas volviéramos de este despliegue.

—Miha me ha escrito más de diez emails amenazantes —dijo Salvatore cuando comenzamos el camino al puerto de donde zarparíamos.

—Eso no es nada —dijo Bayley—, mi hija me escribe al despertarse y antes de irse a dormir siempre que estoy en alguna misión. No me deja en paz hasta que estoy con ella en la casa y me obliga a dormir en el salón con ella hasta que se le pasa el miedo.

Solo deja que te toque © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora