Capítulo 28 - Sam

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IDEAL
Boston, Massachusetts, 2013

14 de septiembre 

Acaricié la espalda de Hope con lentitud, sin detener la frecuencia de mis besos en su cuello, dejando pequeñas marcas, y mi mano libre dando la atención necesaria a su busto. Ella se mantenía a horcajadas en mi regazo. 

—Debo irme —dijo intercalando sus palabras con sutiles gemidos. 

—Aún no, me gusta tenerte así, deberías quedarte —murmuré sobre su piel. 

—Creo que puedo quedarme un poco más.

Dejé que mis caricias bajaran a su trasero y también recorrieran sus muslos. 

—Si haces eso querré más de ti —advirtió buscando mis labios. 

Nuestras bocas volvieron a juntarse. Sus manos curiosas se enrollaron detrás de mi cuello logrando una mayor fricción entre nuestros partes mas sensibles y que sus pechos rozaran mi torso. 

Dejamos de besarnos cuando el cansancio pudo con nosotros, alcancé a ponerme un pantalón de chándal y darle a Hope una camiseta antes de quedarnos dormidos. Acabábamos de descubrir una nueva fase de intimidad y confianza entre los dos, ambos estábamos ansiosos por continuar explorándola. 

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15 de septiembre 

Toque el timbre de la puerta de Audrey unas cinco veces hasta que abrió. Estaba despeinada y sobaba sus ojos, aunque eso no le impidió darme una mirada mordaz al dejarme entrar. 

—Son las diez de la mañana, de un domingo, Sam, te mataré si no tienes un buen motivo para estar aquí. 

Alcé la caja en mis manos. 

—¿Traerte el desayuno hará que lo dejes pasar?

—Depende de que tienes en esa caja —se cruzó de brazos. 

—Panqueques con chispas de chocolate. 

—Si, eso está bien para mí —se encogió de hombros, satisfecha, y me arrebató la caja—, pero no compensa que tu novia viniera a las tres de la mañana. 

—¿Hope estuvo aquí? —pregunté desconcertado, la había acompañado hasta la puerta de su casa cuando nos despertamos por segunda vez esa noche. Audrey asintió en respuesta— Entonces te lo contó... 

—Si, no me dio detalles, pero estaba saltando de alegría —se burló mientras metía un buen trozo de panqueques en su boca—, me tuvo despierta hasta las seis casi y luego se fue a su casa, dijo que iba a desayunar con Amanda o algo así. 

—Ella... ¿Estaba bien? —me atreví a preguntar. 

—Acabo de decir que estaba saltando de alegría, Sammy, es lo bonito del sexo consensuado. 

No pude evitar sentir un poco de vergüenza por estar hablando de eso con Audrey, pero necesitaba algunas respuestas. 

No era mi primera vez —aunque mis únicas experiencias antes fueron con Vanessa—, sin embargo, si era la de Hope y no me permití olvidarlo. Fui cuidadoso al principio, pero en algún punto mis pensamientos e ideas se nublaron por el placer que estábamos viviendo. 

Hope no se quejó de dolor y, las tiernas miradas y los estimulantes sonidos que escapan de su boca, me dejaron como única tarea el llevarla al máximo punto de goce que debía experimentar. 

—Temo que fuese más doloroso que placentero para ella —solté con nerviosismo—. Cuando nos despertamos y se fue no me di cuenta, pero había un pequeño rastro de sangre en mis sabanas. 

Solo deja que te toque © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora