NADA ES IGUAL
Múnich, Baviera, Alemania13 de agosto, 2025
Sequé algunas gotas de sudor de mi frente mientras entraba al hospital, saludé a algunos colegas con un gesto simple mientras me dirigía hasta la sala de titulares para tomar una ducha y ponerme el uniforme.
Por alguna razón creí que sería buena idea salir a correr antes de ir al trabajo. Iba a completar tres kilómetros cuando me di cuenta de la hora. Estaba más cerca del hospital que de mi casa y no tenía mi auto, decidí ir de frente al trabajo pues teníamos una junta importante en media hora.
Si me daba prisa estaría cambiado a tiempo.
—Apestas —se quejó Miha cuando la abracé e hizo un gesto divertido para alejarme.
—Estoy yendo a bañarme, se me hizo tarde.
—Clary fue al departamento a buscarte, como no estabas, se ofreció a traerme y no pude negarme sin parecer un perra insensible —se cruzó de brazos, dejando que viera su enfado.
No era un secreto para mí que a Miha no le agradaba del todo Clary, pero siempre hubo un trato amable entre ellas. Conocía muy bien a Miha, no entendía por qué el desagrado, pero no podía obligarla a quererla, ambas eran valiosas para mí y a Miha le agradaban de verdad muy pocas personas.
—Eres pediatra, tu paciencia debería ser infinita —me burlé.
—Los niños llegan conmigo anestesiados el setenta por ciento de las veces, es tolerable, las parturientas son quienes me agotan de verdad.
—Ajá.
Ambos reímos. Di un paso al costado para rodear el escritorio y entrar a la pequeña oficina donde estaba la máquina para marcar nuestra hora de llegada y salida.
—Te veo en la sala de juntas —avisó Miha, asomándose por la puerta—, intenta llegar antes, Travis está a nada de volverse loco y no quieres perdértelo.
—Eres una persona cruel.
—No lo niego, guapo.
La sala de titulares estaba al final del pasillo, saqué mi teléfono para avisarle a Clary que ya había llegado y que la vería junto a los demás, luego le compensaría el haber tenido que aguantar a Miha.
Me detuve al ver a un niño, rubio y no muy alto, de unos diez años, mirando el tablero de quirófanos muy concentrado. Me recordó a mi mismo la vez que papá estuvo herido en ese mismo hospital y conocí a la doctora Leigh, ahora mi jefa.
—¿Te perdiste, amigo? —le pregunté en alemán, me miró un poco confundido así que repetí mi pregunta en inglés esta vez.
—Algo así —respondió, devolviendo su vista al tablero.
—¿Tus papás están en algún lugar de aquí?
—No tengo papá, pero mamá está trabajando y Diego tenía que cuidar, pero escapé.
—Debe estar buscándote, puedo llevarte con alguna enfermera para que te ayude a encontrarlo.
—No hace falta —contestó el niño, soltando una risa melódica—. Diego debe —recalcó— buscarme o mamá lo matará, es parte de nuestro juego. ¿Qué significa esto? —su dedo señaló a las abreviaciones al lado del nombre del paciente.
—Pues este número es en que quirófano se realizara la operación, este es el nombre del paciente, luego el doctor y sus ayudantes y la hora programada —señalé cada uno de los datos que el jefe se encargaba de poner—. Esas letras significan que es una intervención que no puede mover su hora establecida pues es un transplante.
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Solo deja que te toque © [EN PROCESO]
RomanceCuando dos personas están destinadas a estar juntas no importa el tiempo que pase, ni las nuevas personas que lleguen porque, al final del camino, volverán a encontrarse y nunca más se dejarán ir. Así podemos hablar de la historia de Hope y Sam, bu...