Capítulo 16 - Sam

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LO QUE TENGO
Boston, Massachusetts

Siendo médico de profesión, el sueño ligero es una habilidad que se adquiere y perfecciona con el tiempo. La vibración de mi teléfono es suficiente para despertarme, por eso los dedos clavándose en mi mejilla no demoraron en hacerme abrir los ojos.

Un niño de unos cinco años estaba sentado en mi pecho, riendo mientras me jalaba el cabello. Se parecía a Evan, pero tenía rizos rubios oscuros en lugar del rubio heredado por Amely de mi sobrino y el color de sus ojos era más parecido al mío que al azul intenso de Daniel. No tenía claro nada, pero un nombre resonaba en mi cabeza.

—Papá —dijo sonriente—, ya estás despierto, papá, vamos a la piscina, lo prometiste.

Volví a cerrar los ojos mientras las comisuras de mis labios se levantaban.

—Estoy dormido, Nick.

—¡Mentira! —exclamó saltando al espacio en mi lado derecho, dónde las sábanas estaban tibias y arrugadas— Mamá dijo que cuando abres los ojos ya no vuelves a dormir hasta la noche.

Estiré mi brazo para hacerle cosquillas a Nick mientras me erguía y bajaba los pies de la cama, él se trepó en mi espalda cuando me paraba.

—¿Dónde está, mamá? —pregunté, apretando el agarre en sus piernas, si lo dejaba caer, Hope me mataba.

—En la cocina, el tío Oliver la llamó.

—Vamos a buscar a la mamá, amor.

—¡Mami! —gritó Nick sin importarle que todo el sonido se quedó en mis oídos.

Salimos de la habitación del departamento y el corredor nos llevó hasta una cocina americana, dónde Hope estaba apoyada en la isla picando fresas y arándanos.

Hope se veía diferente, se parecía más a la Hope que me dejó que a la que había recuperado. Tenía el cabello negro medianamente largo, sus mejillas estaban llenas y se veía... radiante.

—Ya encontramos a la mamá —dije en cuanto estuve lo suficientemente cerca de ella como para besarla.

—Hola, mi amor —me saludó.

—Papá me llevará a nadar, mamá —contó Nick.

—¿El mismo papá que ayer volvió de la universidad quejándose de que le dolía la espalda? —se burló.

Fruncí el ceño, yo ya había acabado la facultad de medicina hace mucho tiempo, mi espalda agradecía eso.

—Una promesa es una promesa, bonita. Llamaré a Miha por si quiere acompañarme.

Quien frunció el ceño ahora fue Hope.

—¿Miha? ¿Quién es?

—Miha, Hope, la rubia tonta a la que tengo que soportar siempre.

—Creí que a la única rubia a la que tolerabas era Amely.

—Ame está muerta —solté sin pensarlo.

—Sam, almorzamos con Ame y tu hermano ayer.

—No, ayer almorcé con mis padres y Kiera, luego hablé con Hiro.

—¿Con Hiro? Eso es imposible, Sam, Hiro vive en Tokio desde hace un montón de tiempo y no se dirigen la palabra.

Nada de lo que decía Hope tenía sentido.

Dejé a Nick en la encimera y di dos pasos atrás, donde pude ver mi reflejo en el espejo de la puerta del microondas.

No era yo. Sí, pero no.

Solo deja que te toque © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora