MESES Y DÍAS
Boston, Massachusetts, 201218 de Diciembre
Mi casa era tranquila, la mayoría del tiempo lo era pues mamá y Kiera solían estar en las tiendas y Daniel en la universidad o vagando con sus amigos en algún lado de la ciudad, si no estaba con Kiera, por lo que casi siempre éramos solo Miel y yo.
Pero esa tarde mi paz se había visto alteraba por Andy y sus estúpidos planes.
Andy era la única persona tan desconsiderada que invitaba a la chica que le gustaba a mi casa —si, a la mía porque en la suya su mamá y hermanas no lo dejarían en paz— con la excusa de ayudarla en su tarea.
—¿Te he dicho que eres un gran amigo? —dijo Andy tratando de ser lindo.
Rodé los ojos y lo aparté.
Guardé todos los libros de Daniel que estaban tirados por la mesa ya que eso era todo el desorden de la sala, a mamá le encantaba que todo luciera ordenado.
—Has terminado con Brenda hace solo unos días, ¿Cómo estás seguro de que te gusta otra persona tan rápido? —lo cuestioné.
Para mí no tenía explicación lógica pero Andy tampoco la tenía.
—Es amor —suspiró mirando a la nada y soñador—. A Brenda solo la toleró desde hace tiempo pero Audrey me cae muy bien y siento que tenemos química.
—Como digas —traté de no rodar los ojos.
El timbre sonó y Andy salió corriendo a la puerta.
Yo tenía tres opciones. Uno, quedarme con ellos para yo hacer la tarea y que ellos conversaran. Dos, subir a mi cuarto y esperar que Andy me pidiera por chat que bajara para ayudarlos. O tres, salir y apagar el internet de mi celular.
Sin dudarlo escogí la tercera opción.
—Hola, Audrey —la saludé cruzándonos en la puerta—. Estaré en cualquier lugar menos aquí, paseen a Miel y no hagan nada que Daniel no haría —indiqué con burla saliendo.
—Yo también te quiero —bufó Andy, literalmente, tirando la puerta tras de mí.
Caminé hasta el ascensor pero tenía mis audífonos y el teléfono con toda la carga, además, vestía ropa deportiva por lo que podía hacer un poco de ejercicio antes de ir a jugar baloncesto más tarde.
Me puse los audífonos y giré en dirección a las escaleras.
Tenía de costumbre subir y bajar las escaleras de los doce pisos unas cinco veces para calentar antes de correr; el cronómetro marcaba seis minutos cuando iba por la cuarta vuelta pero me detuve de golpe al ver a alguien sentada en medio de las escaleras, con la cabeza gacha y escondida por entre sus rodillas.
Aminoré la velocidad y solo iba a seguir mi camino, era de las personas que respetaban mucho la privacidad, pero al observarla bien me di cuenta que era Hope y no estaba precisamente pasando el rato, estaba llorando por como temblaba su espalda y soltaba pequeños gimoteos.
Cuando Andy pasaba por situaciones difíciles de su familia yo esperaba que él me contara porque lo conocía bien y presionarlo no era lo mejor.
No conocía tanto a Hope pero me parecía que no era de las personas que les gustaban estar solas, siempre estaba con Feith o Audrey, por lo que me arriesgue al actuar.
Tomé aire.
Me senté a su lado sin dejar de guardar un poco de espacio.
—Hola, H —saludé.
Las palabras no eran mi fuerte, pocas veces lograba expresarme completamente con ellas pero solo necesitaba una pluma y un papel para declarar mis más puros pensamientos.
Mis escritos podían explicar todo aquello que no podía decir en voz alta de modo que se había convertido en la única manera en que me expresaba con sinceridad pues creía que era la única manera de darle valor concreto a mis palabras.
—Hola, S —contestó tratando de controlar su voz y sin alzar el rostro.
—¿Sucedió algo? —pregunté dudoso.
Solo a mí se me ocurría hacer preguntas tan estúpidas que probablemente solo la podían poner peor.
No obtuve respuesta solo siguió llorando.
—Oye...
Puse mi mano en su hombro.
Hope pareció reaccionar bien a ello pues estiró sus piernas y acomodó un poco su cabello. Como tenía el maquillaje un poco corrido por sus propias lágrimas, lo limpió con las mangas de su suéter como pudo pero solo empeoró la mancha negra que había en una de sus mejillas.
—Va a sonar tonto y tal vez no es sólo deba decirte pero, ¿estas bien? —pregunté.
—No... —soltó con la voz rota.
Extendió su teléfono hacia mí. Una popular página web de escritura estaba en la pantalla principal, más precisamente, un cuento de alguien llamado Nora Brenner.
—Es un muy buen cuento —dije al terminar de leer.
—Es mío y quien decía ser mi mejor amiga me lo ha robado.
Seguía sin entender bien, pero no podía minimizar sus sentimientos porque, si para Hope, eso valía llorar con tanta intensidad era mucho más que suficiente y no yo era quien para hacerla sentir débil.
—¿Esto es lo único que pasa? —le pregunté. Era válido que ella mostrará sus sentimientos de cualquier forma pero al verla intuía que más cosas le pasaban.
—Son muchas cosas...
—Si quieres hablar de esas cosas yo te escucharé —le hice saber.
Soltó un suspiro.
—Cuando algo malo pasa y me dan ganas de llorar terminó llorando por todas las cosas malas que me hayan pasado el último mes —me explicó apenada.
—¿Quieres hablarlas?
—Si, pero no ahora —aclaró jugando con sus manos.
—Cuando quieras hablar siempre puedes hacerlo conmigo —traté de sonreírle, creo que solo logré poner una mueca porque ella río suavemente.
—Me gusta que seamos amigos, S, eres muy bueno escuchando.
Se inclinó y me dió un beso en la mejilla; me sorprendió de sobre manera cuando apoyó su cabeza en mi hombro y no la quitó.
—¿H...?
—¿Si?
—¿Estarás bien?
—Lo estaré, S, siempre lo estoy.
|×|
Siento que esto quedó muy lindo. ¿Les está gustando la historia? Me gustan muchos sus comentarios y me motivan <3
Saben que pueden pasarse por mi otra novela “Carolina” que pues es la única que estoy actualizando aparte de esta.
En el siguiente capítulo entenderán algo de este capítulo ;)
Sigan leyendo,
S.S.C.
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Solo deja que te toque © [EN PROCESO]
Roman d'amourCuando dos personas están destinadas a estar juntas no importa el tiempo que pase, ni las nuevas personas que lleguen porque, al final del camino, volverán a encontrarse y nunca más se dejarán ir. Así podemos hablar de la historia de Hope y Sam, bu...