YO NUNCA TE OLVIDE
Múnich, Baviera, Alemania15 de julio, 2025
Dejé a Verónica en la clínica de la fundación con Oliver y Miha, una de las doctoras voluntarias, luego de que confirmó que solo tenía una lesión pequeña en el brazo y su bebé no había sufrido daños.
Travis había llamado tras ver mis mensajes. Uno de sus compañeros lo había llamado de último minuto para una cirugía por lo que sus planes de embriagarse con Miha se habían cancelado y ella estaba disponible para atender a Verónica, que prefería ir a la fundación a quedarse en el hospital donde un doctor ya sabía de nuestro engaño.
No un doctor cualquiera.
Era Sam.
Nos marchamos con tanta prisa, que no tuve la oportunidad de verlo de nuevo.
Dios, había esperado eso tanto tiempo que no lo pensé demasiado cuando estaba manejando de nuevo hacia el hospital.
No estaba pensando en que podría pasar, ni siquiera en lo que estaba pasando. Solo corrí hasta la sala de emergencias esperando encontrarlo.
—¿Dónde puedo encontrar al doctor Sam Hale? —pregunté rápidamente, en alemán, a una de las enfermeras que encontré.
¿La desesperación era tan notoria en mi rostro? Supuse que sí por la forma en que me miraba.
—El doctor se marchó harán unos cinco minutos, pero si necesita un neurocirujano tenemos a la doctora...
—¿Se fue?
—Sí, su turno acabó...
Agregó algo más que no logré entender.
¡Maldición! Lo había tenido tan cerca una vez más. Por fin, volví a verlo y no fui capaz de decir más que su nombre.
Hace mucho tiempo me convencí de que, si nuestro final era encontrarnos de nuevo, sería obra del destino y que no la forzaría. Me prometí no interferir con lo que estaba destinado a pasar.
Y cumplí mi promesa.
¿Cuántas veces estuve a segundos de tomar un avión con la esperanza de que Sam me recibiera con los brazos abiertos y aceptara mi amor de vuelta? ¡Me perdí la boda de Diego en Nueva York porque fui tan débil como para conducir a Boston, esperando verlo!
En los momentos de debilidad, en los peores momentos que había vivido, la única opción siempre era volver a él. A Sam. A la persona que me había amado de verdad, a mí yo real. A la persona que nunca dejé de amar.
Habían pasado tantas cosas en esos once años, tantas... y nada había logrado que deje que amarlo como lo hacía.
Era Sam.
¿Quién no podía amarlo?
Detrás de esa expresión seria y de aburrimiento, estaba el chico con más amable, comprensivo y honesto que existía, de nobles sentimientos y extremadamente leal. Ese era mi Sam. ¿Habría cambiado algo de quien era?
Yo no era la misma. Desde hace tiempo me miraba en el espejo y reconocía solo pequeñas partes.
Golpeé mi cabeza en el volante, conteniendo las lágrimas que querían salir de mis ojos. No estaba en condiciones de conducir, pero no podía dejar mi auto; conduje por debajo del límite de velocidad a pesar de las calles vacías hasta mi departamento.
Estacioné fuera de mi edificio, pero no bajé del auto. No quería estar sola mientras estaba al borde de derrumbarme.
En ese momento lo único quería un consejo de Amanda, un abrazo de Diego, una promesa de que nada podría empeorar de Hiro o tener a Ashton cerca para darle un beso en la frente y recordar como él me había salvado una vez.
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Solo deja que te toque © [EN PROCESO]
RomanceCuando dos personas están destinadas a estar juntas no importa el tiempo que pase, ni las nuevas personas que lleguen porque, al final del camino, volverán a encontrarse y nunca más se dejarán ir. Así podemos hablar de la historia de Hope y Sam, bu...