SI NO TE VAS
Queens, Nueva York7 de octubre
—Solo digo que el mejor aeropuerto de la ciudad debería estar en Manhattan, hacer cuarenta minutos en coche es extremadamente fastidioso cada vez que debo viajar —dijo Hiro a mi lado.
Rodé los ojos.
—Estás loco —dictaminé mientras buscaba a Miha con la mirada.
Había dicho que iba a comprar algo para comer hacía ya más de diez minutos, pero no la veía por ningún lado.
El avión de Sam y Salvatore aterrizaba a las ocho y cuarenta de la noche, faltaban dos minutos para ello y calculaba unos veinte para que salieran. Sam nos pidió que no hagamos un alboroto, pero todos lo habíamos extrañado muchísimo, pude evitar que armaran un alboroto en el aeropuerto, más no la cena que lo esperaba en casa de Amanda. Salvatore también estaba invitado.
Miha me dijo que él tenía una casa en la ciudad, y ella había hecho una llamada para que le tuvieran el lugar listo. Según la rubia, su maestro era una especie de coleccionista de inmuebles.
—Solo piénsalo, Hope, viajo unas cinco veces al mes como mínimo —siguió Hiro—. Entre la ida y vuelta, son ochenta horas al año que podría ahorrar, suena como una buena inversión.
Lo miré con la ceja enarcada.
—¿Invertirías miles de millones de dólares por ochenta horas al año?
—En veinticuatro años serían ochenta días —se defendió.
—Lo que dices no tiene ni pies ni cabeza.
Hiro me miró fingiendo sentirse ofendido.
—Si sabes que soy un empresario muy respetado en el mundo, ¿no?
—Sí, cariño, por supuesto.
Su falsa indignación me hizo reír mientras buscaba la botella de agua en mi bolso.
Miha dijo que era muy afortunada por no tener las temidas náuseas matutinas, mi apetito había aumentado y no le había tomado asco a ningún alimento en específico. Por ahora, ellos estaban siendo buenos conmigo.
Aún no me lo creía del todo, no solo tendría un bebé, sino dos.
Gemelos.
En cuanto mi familia entera lo supo, las bromas sobre la efectividad de Sam no tardaron en llegar, el pobre las tendría que escuchar todas en cuanto se lo contara. Cosa que aún no sabía como iba a hacer.
Si bien la noticia me llenaba el alma de felicidad, me había caído como un balde de agua fría. No era algo que habíamos planeado y, ahora que lo pensaba, la conversación que tuvimos sobre los hijos en nuestro futuro había sucedido estando ya embarazada. Estos días me había servido para planear algunas cosas, no a qué escuela irían, eso lo dejaría en manos de Hiro y Sam cuando fuera el momento, pero sí que era lo que quería hacer los próximos meses y una vez que nacieran. Había hecho una lista.
Lo primero en mi lista fue reprogramar las citas con mi psicólogo, Miha me había explicado que las hormonas me tendrían con cambios de ánimo constantes, y si bien había hecho las paces con mi pasado, aún me pesaban las consecuencias de muchos de mis actos. Si algo había aprendido de Amanda era que para ser una buena mamá debía cuidar de mí para poder cuidar de ellos, aún había algunas heridas que debía sanar, pero lo haría.
Muchas veces me pregunté qué diferencias habría tenido nuestra vida, la mía y la de Feith, si mi propia madre hubiera sanado el resentimiento que guardaba contra el abuelo, contra mi padre, contra mí...
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Solo deja que te toque © [EN PROCESO]
RomanceCuando dos personas están destinadas a estar juntas no importa el tiempo que pase, ni las nuevas personas que lleguen porque, al final del camino, volverán a encontrarse y nunca más se dejarán ir. Así podemos hablar de la historia de Hope y Sam, bu...