VEN CONMIGO
Boston, Massachusetts, 201330 de agosto
Toqué el timbre por segunda vez cuando la voz de Amanda anunciaba que ya abría la puerta del apartamento que ella y papá usarían durante su estadía en la ciudad.
—Oh, Hope, lo siento, es que estaba en la terraza a mitad de una llamada —sonrió apenada dejándome entrar.
—Lamento interrumpir, ¿algo importante?
Intercambiamos un beso en la mejilla como saludo.
—No tanto, era solo mi primo Diego contándome sobre sus nuevos dramas familiares, acaba de conocer a sus cuatro medios hermanos y parecen odiarlo —contó conteniendo una carcajada.
—Eso suena a drama de telenovela —dije con un poco de sarcasmo y curiosidad.
—La historia corta es que su padre, Elliot, tuvo tres esposas después de la madre de Diego, mi tía Christine, y pues no funcionó en ninguno de sus matrimonios porque estaba enamorado de ella. Cada vez que se divorciaba, él iba a buscarla y en uno de sus encuentros —hizo un gesto muy explícito con sus manos, solté una risa—, salió Diego, claro que Elliot no se enteró hasta que Diego tenía casi dos años y para esto ya tenía otra esposa y una hija más.
»Como Christine era su verdadero amor, Diego siempre fue el niño de sus ojos y sus otros hijos solo obtenían dinero de él.
Sin duda alguna, sonaba como premisa de telenovela o un libro excesivamente dramático, pero la manera en que Amanda lo contaba, con diversión, parecía solo una historia familiar más.
—Si amaba tanto a Christine, ¿por qué la dejó la primera vez? —quise saber.
—Ella lo dejó a él, le ofrecieron una gran oportunidad de trabajo en Londres y no dudó en aceptarlo, además, ella estaba feliz solo con Elliot y no quería hijos o una gran familia... Diego fue una casualidad —se encogió de hombros—. Ahora Elliot ha muerto y Diego está haciendo una gran tontería para conocer a sus hermanos.
—Suena como que está un poco loco.
—Lo está, pero cree que merecen una oportunidad de estar en su vida, soy su única familia, nuestros padres hace un poco que nos dejaron y no me queda más que apoyarlo aunque crea que todo saldrá mal.
—¿Le estás contado a Hope de Diego? —preguntó papá entrando a la sala.
—Si, cariño, es que acabo de cortar la llamada.
—Es un gran tipo, hija, aunque vive en las nubes —dijo divertido antes de darme un beso en la mejilla—. Ya lo conocerás, todos los sábados comemos con él y su es complicado —añadió comillas a las últimas palabras.
Amanda rodó los ojos, golpeando su brazo.
—¡Ey! Diego, en general, es complicado, amor, solo digo la verdad.
—Tiene veinte años, déjalo ser joven.
Mirar a papá convivir con Amanda era algo que había visto bastante, pero no dejaba de ser desconcertante. Siempre eran sonrisas, toques íntimos, palabras dulces y miradas cargadas de sentimientos.
Amanda miraba a mi padre como su mundo entero y él no dejaba de admirarla.
Ellos parecían felices juntos.
¿Alguna vez papá sintió eso por mamá? Yo no podía recordar que lo de ellos fuera de esa manera y lo entendía ahora que sabía de los secretos y mentiras que escondía su matrimonio, pero, antes de Feith y yo, cuando a penas se conocían, ¿se miraban con tanto amor? Lo dudaba mucho, dos personas que se amaron no podían destruir la vida del otro... ¿O sí?
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Solo deja que te toque © [EN PROCESO]
RomanceCuando dos personas están destinadas a estar juntas no importa el tiempo que pase, ni las nuevas personas que lleguen porque, al final del camino, volverán a encontrarse y nunca más se dejarán ir. Así podemos hablar de la historia de Hope y Sam, bu...