Capítulo 3 - Sam

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ENAMORARME
Boston, Massachusetts, 2012

25 de Noviembre

El cuarto domingo del mes, a las doce y cuarto del mediodía, como todos los meses esperábamos con desespero la llamada de mi padre.

Mi madre con temor por las noticias que pudiera darnos, aunque ellos no eran una pareja desde hace más de cinco años, ella no podía evitar seguir enamorada de él. Daniel esperaba amargarle el día contándole cualquiera de las burradas que hacía pues mi papá las desaprobaba. Yo simplemente rezaba porque le llamaran inesperadamente cuando fuera mi turno de hablar con él.

—¡Sammy! ¡Danny! Bajen que falta un minuto —llamó mi mamá.

Salí de mi habitación con mi libro de ética en la mano, adelantar mi ensayo era más importante.

—Te vas a caer —silbó Daniel adelantándose por las escaleras.

—¿Vas a salir? —le pregunté al verlo bien cambiado, llevaba puesto su casaca de cuero y sus jeans ajustados.

—Si, Patrick me espera en el estacionamiento.

Se paró frente a uno de los tantos espejos que decoraban la sala y comenzó a hacer diferentes poses, caras y muecas, a la vez se auto halagaba recalcando lo guapo que se veía.

—Esos jeans hacen que te veas gordo —me burlé.

—¡Sam! —me regañó mamá— No le hagas caso, mi Danny, te ves muy guapo.

—Intentas bajar mi autoestima para compensar tus inseguridades —bufó sentándose junto a mí y arrebatándome el libro de las manos— yo leí esto para la clase de Bradford, me demoré planteando argumentos en contra pero en mi computador hay un archivo con todos esos trabajos.

—Gracias pero dudo que sepas leer —me volví a burlar.

En realidad Daniel era muy inteligente, tenía un muy buen pensamiento crítico, por algo estudiaba periodismo y era de los mejores en su clase.

Mi hermano era el claro ejemplo de equilibrio en la vida, salía de fiesta cada noche pero de alguna manera tenía listos sus trabajos a la hora y amanecía radiante al despertar.

—Mi computadora tiene clave y ahora no te la diré —rodó los ojos.

—La clave de esta semana es "estoy enojado con Patricio por haberse comido lo que quedaba de estofado" sin espacios —le quité mi libro.

—No, ayer la cambie a "odio los cuartos domingos de cada mes" —presumió en voz baja tratando de que mi mamá no le escuchara.

Por suerte suya, el teléfono comenzó a sonar.

—¿Aló? —preguntó mamá— Samuel, hola... Si, los chicos esperan aquí hablarte... Vale, vale, espera...

»Su papá no tiene mucho tiempo pero quiere hablar con ustedes muy rápido.

Daniel se levantó y tomó el teléfono, comenzó a dar vueltas a la isla mientras mentía diciéndole con burla que Patrick, hijo de un colega de mi padre, y él se habían drogado con marihuana hace unos días.

—Solo lo hace enojar —se lamentó mamá.

—Dudo que tu esposo piense en nosotros más de una hora al día —rodé los ojos.

—Sam, amor, para él tampoco es fácil estar lejos de nosotros...

—Mamá, date cuenta por favor, si quisiera estaría aquí pero no somos tan importantes —le dije mirándola a los ojos.

Solo deja que te toque © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora