Capítulo 8 - Hope

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VIEJOS AMIGOS
Múnich, Baviera, Alemania

20 de agosto, 2025

No podía contener la felicidad que sentí en todo mi ser al reconocer cierta cabellera castaña hablando con Diego e Hiro. Corrí directo a sus brazos para abrazarlo, un gesto que daba a entender cuánto lo había extrañado a la vez que me disculpaba por no estar tan presente.

—También me alegra verte, bonita —sonrió Daniel, apretándome entre sus brazos.

La forma tan peculiar con la que solía llamarme me dio una sensación de calidez inexplicable. Él nunca dejó de verme como Hope, la bonita, la chica que lo ayudó a sacarle celos a un imbécil hace tanto tiempo. Durante mucho tiempo deseé poder encontrar en mí, alguna mínima parte de quien fui; creo que, mientras Daniel me miraba con cariño, la sonrisa con la que respondí también le pertenecía a la antigua Hope.

—Juro que estaba por escribirte, las cosas por acá son un poco caóticas y casi no he tenido un minuto libre, ¿por qué no dijiste que vendrías?

—Fue un viaje de sorpresa —le restó importancia—. Me contaron la situación con Ashton, ya verás que todo saldrá bien. ¿Qué tal si tomamos un café y platicamos?

—Debo hacer la confirmación de un vuelo, mejor vamos a cenar...

—Yo lo haré —se ofreció Diego—, ve con Dan a distraerte un poco, si necesito ayuda se la pediré a Hiro, ¿verdad, Hiro?

—Lo siento, hombre guapo, pero me requieren con urgencia en otro lugar —se apresuró a decir con el teléfono en la mano—. Pero los veré a ambos para cenar, Diego irá a ver a su enamorado así que no me molesto en invitarlo —me dio un rápido beso en la frente y un apretón en el brazo a Daniel antes de salir corriendo.

Ashton no estaba aquí, la prisa de Hiro solo podría deberse a dos personas. Miha o Sam.

—¿Enamorado? —cuestionó Daniel.

Diego resopló.

—Un viejo amigo de la universidad, Hiro, es un exagerado. Me encargaré de todo por aquí, pueden tomarse su tiempo.

Le agradecí y di algunas indicaciones antes de seguir a Daniel a un café a cuatro calles de la fundación. Nos sentamos en una mesa en el exterior del local, Daniel me dejó elegir algo del menú mientras él ojeaba el periódico que acababa de comprar. Uno de los meseros tomó nuestra orden y no demoró en alcanzarnos nuestras bebidas.

—Entonces, ¿verás a Thomas en una semana?

—Sí, le toca grabar unas escenas de su nueva película y coincide con un trabajo mío, tomaremos un descanso con Evan, nos pidió ir a Disneyland, el de París cuenta —bromeó.

Ambos reímos.

—Me alegra mucho tenerte aquí, pero es muy obvio que no viniste por mí, ¿está bien?

—Sam es Sam, bonita, aunque no esté bien, intentará parecerlo —suspiró. Sam seguía siendo testarudo—. Qué te parece si fingimos que no sé nada y tú me pones al día.

Ser sincera con Daniel era más difícil que abrirme con Diego e Hiro, sobre todo porque él no conocía parte de la historia.

Había mantenido contacto con Daniel, Patrick y Amely gracias a Hiro, esos tres lograron hurtar mi nueva información de contacto de mi amigo y los extrañaba demasiado, a todo Boston en general, como para negarme. Las reglas eran sencillas: charla trivial, no decirle a Sam y no responder cuando fuera suficientemente débil como para preguntar por él.

Solo deja que te toque © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora