Quien quiera ser Daniel

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17 de enero de 2013, Boston, Massachusetts.

Tomé de un solo golpe el resto de líquido ambar que había en mi vaso antes de dejar un billete de veinte en la barra y colocarme la gabardina de un solo movimiento.

La noche se había arruinado sin un solo momento de diversión y era mejor ir a casa donde mi dulce Kiera y mi adorable mamá esperaban para darme el amor que necesitaba en eso momentos, ¿en qué momento comenzaron a afectarme los desplantes de un idiota cobarde como Trevor?

Patrick debía estar muy ebrio como para saber en dónde estaba parado, lo busqué con la mirada pero no estaba en ningún lugar. Revisé mi celular por alguna señal de vida suya.

Esposo: Me dió rabia verte desperdiciar una hermosa fiesta así que me fui con una linda rubia, te veré mañana en clases.

Apostaría mi auto a qué Patrick faltaría a las primeras clases de mañana.

Conduje con lentitud, había bebido solo dos vasos de whisky en las últimas tres horas pero más valía prevenir que lamentar. No iba a morir antes de cumplir veinte.

Marcaban poco más de las diez de la noche, por ello me sorprendió ver a una conocida pelirroja ser ignorada por todos los taxis que pasaban por la calle.

—¿Necesitas transporte? —reí al detenerme a su lado.

—Mucho —suspiró aliviada.

—Sube —le ofrecí.

Me dió una sonrisa agradable antes de rodear el auto y subir como copiloto.

—¿Qué hacías allí? ¿Sabes que ningún taxi para por aquí si no lo llaman?

—A veces lo olvido —se lamentó mientras tecleaba algo en su celular—. Pensé que una de tus reglas era que la fiesta no acaba hasta la medianoche.

—Hoy me apetecía volver temprano.

—Yo tuve una cita —al parecer se dió cuenta que no quería hablar del tema y decidió cambiarlo—, fue una mala cita con un torpe chico que no quise aceptar en un principio pero me dejé convencer por uno de mis amigos.

—¿Por qué te dejaste convencer?

—Andy dijo que era una buena idea ya que nunca aceptó cuando alguien me invita a salir.

—Conozco a Andy por algún tiempo y sé que sus consejos nunca son buenos, debiste escuchar a tus otros amigos —desvié la vista para ver su mueca.

—No tengo otros amigos —murmuró—. A las chicas de mi clase no les agrado y los chicos no me quieren solo como amiga —bajó la mirada a sus dedos ansiosos sobre su regazo—, Andy es novio de Audrey y me agrada así que verlo como amigos es más sencillo pero, sobretodo, sé que solo somos amigos —enfantizó la última palabra.

—Me pasaba lo mismo —suspiré recordando los años agridulces del instituto—, no lo digo por ser arrogante pero las chicas en su mayoría solo querían salir conmigo por ser la cara bonita del salón o porque la pubertad fue buena conmigo, ninguna se molestaba en saber quién era yo en verdad. Y tampoco tenía muchos amigos, he tenido a Patrick desde que somos niños por lo que nunca fue necesario encajar.

»Yo no era un atleta, un chico malo o alguno de los estereotipos de las películas, tampoco era como Sam. Todo mejoró en la universidad, nadie daba por sentado algo sobre ti y las personas solían ser más abiertas, más agradables.

—Esas chicas se perdieron de mucho al no conocerte, yo no lo hago por completo pero eres genial y no mereces menos que eso —aseguró—. Mi tonta hermana dice algo de su lugar feliz, suele ir a ese lugar cuando está triste y después de comer dos litros de helado pero dice que la reconforta, mi lugar feliz es cuando hago arte —sonrió.

Solo deja que te toque © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora