Quien quiera ser Hiro
14 de junio, 2024
Cuando cumplí veintisiete años decidí que dejaría de cumplir años, algo totalmente factible si, como yo, conservas un hermoso, joven y bellísimo rostro. Los genes hicieron algo bueno por mí dándome una piel tersa y sin arrugas a pesar de las constantes muestras que hacía cuando mi progenitor me ponía a rabiar.
Por eso, casi muero al verme al espejo hoy y encontrar una cana entre mi corto cabello. Tener algunas no era malo, era sexy inclusive, pero lo dejaría esperar hasta mi cumpleaños cuarenta.
Lo ideal habría sido sacar una cita en el salón, por poco lo hago. Sin embargo, debía tomar un avión en dos horas y mis sesiones de cuidado toman un poco más que eso.
Hasta lo natural necesita un poco de mantenimiento.
—Señor, la junta directiva ha pedido cambiar la reunión al lunes por la mañana —informó mi asistente sentado en el sofá de al lado.
Estábamos sentados en la sala de la aerolínea mientras el piloto terminaba con los protocolos.
—No. Fui muy explícito con mi padre, estaré fuera este fin de semana y vuelvo el martes en la noche. Nadie tiene permitido interrumpir mis vacaciones hasta que yo te llame.
—Quedó claro, señor Nasati, ¿requiere algo más?
Lo pensé un segundo.
Finalicé con todos mis pendientes de la empresa la noche anterior, Jazmín sabía que no estaría disponible por unos días y vería a mamá la otra semana para almorzar juntos.
—Si mi Sammy llama no le digas donde estoy, solo que...
—Que huyo de su padre por unos días y lo contactará a penas pueda —me interrumpió, conociendo de memoria mi excusa cuando hacia este viaje en particular—. Lo de todos los años.
—Buenas tardes, señor Nasati —saludó una aeromoza—, estamos listos para despegar. Esperamos sus órdenes.
Me despedí de Hugo y tomé la mochila que llevaba conmigo en todos los viajes, el resto de mi equipaje debía estar en la bodega. Pedí un coctel en cuanto encontré un buen asiento.
Generalmente, cuando viajaba por trabajo, me la pasaba estudiando gráficas y el papeleo que necesitaría para los asuntos que debía tratar. Bebía unos cuatro martinis sin dejar de trabajar hasta llegar al destino y en el hotel donde me hospedara era lo mismo. No era adicto al trabajo como Sam, él disfrutaba lo que hacía y yo solo me forzaba por hacerlo bien para no decepcionar a mi padre.
Al año desaparecía de mis funciones como CEO de la compañía Nasati varias veces, solamente un día o dos dependiendo de adonde fuera a liberarme, salvo por la semana de mi cumpleaños. Durante los diez últimos años, pasaba por lo menos dos semanas fuera en esa fecha y nadie sabía por qué o a donde iba. Sam lo sospechaba aunque nunca dijo nada o preguntó, él sabía que yo sabía que él sospechaba.
Otra cosa que era diferente a los viajes de negocio era que no debía usar un insípido traje completo, podía ir con vaqueros rasgados y una camiseta normal.
Hay personas que expresan cuanto aman su vida, otras no para de repetir que la odian. Por mi parte, estaba satisfecho con el lugar en donde estaba. Al terminar la universidad conocía muy bien que dirección iba a tomar el resto de mi vida, mi yo de dieciocho años trató de resistirse y rebelarse a lo que otros —mi padre— querían que hiciera, pero simplemente se rindió al comprender que era lo mejor. Mis hermanas aún eran pequeñas, aceptar seguir los pasos de mi padre aseguraba que de grandes podrían hacer lo que quisiesen con sus vidas y eso funcionaba para mí.
Obedecí en silencio todas sus órdenes lo tres primeros años, cuando se me dio un sitio en la directiva desde el que podía proponer mis ideas lo hice y brillé por mi efectividad. El viejo Nasati se retiró hace tres años forzándome a tomar su puesto con él como consejero de inmediato.
Mi vida personal no era más emocionante. Hice nuevos amigos en la universidad y cuando me mudé. No había encontrado a alguien que despertara algo mínimamente similar a lo que cierta pelirroja hizo conmigo de adolescentes, nada era tan inocente y profundo. Nada.
¿Podía estar a un año de tener treinta y seguir recordando que ella nunca me dio una oportunidad? Sí, era muy lógico y nada dañino. Nada.
Una vez me atreví a hablarlo con mi terapeuta. Él tenía la teoría de que me aferraba tanto a los mejores momentos de mi vida y a las mejores personas que conocí que recordaba mi enamoramiento por Feith más idílico y fantástico de lo que fue, causando que lo anhelara mucho más. No volví a ir a una terapia.
En fin.
Sam seguía siendo mi mejor amigo, la persona con quien tenía mis crisis existenciales —por norma él era quien me las causaba— y llamaba al tener un mal día porque el muy idiota decidió que yo no era suficiente y se enlistó como medicó del ejército. Como si eso no fuera suficiente, se mudó a Alemania porque Miha se lo pidió. ¿Acaso quería a Miha más que a mí? Inaceptable.
Con Hope hablaba todos los días al menos una hora, establecimos eso no hace mucho pues era importante para mí, saber como estaba desde que pasé dos meses sin tener señales de vida.
También hablaba más de lo que se pueden imaginar con Daniel y Patrick.
Mi vida era sencilla, me gustaba eso. Aún no necesitaba el drama de vivir un amor y apasionado, no hasta que lograra dejar de amarla. Lo haría un día, pero aún no era necesario.
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Hola. Estoy de vuelta, lamento la demora, sin embargo, el capítulo 30 es sin duda lo que más me ha costado escribir, incluso tengo listos los capítulos que le siguen.
Es una parte crucial de la historia y debía terminar de entender a mis personajes, que deben saber ustedes para continuar y que debo revelarles luego. Cambié mucho el orden hasta encontrar algo que me gustó.
También les dije en mi muro, aquí en Wattpad, que era muy difícil escribir a Hiro y era porque no nos conocíamos del todo bien, estaba tratando de darles algo del Hiro de 18 años, pero quien mejor que él para contarnos cuanto tiempo a pasado.
Entonces, SDQTT lo dividiría en libro 1 y libro 2 siendo el cap. 29 el final y esta parte junto a Cap. 30 - Sam el epílogo.
Nos leemos,
S. S. C.
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Todos necesitamos sentirnos cómodos con lo que leemos así que aquí les dejo algunos temas delicados que podremos ver en el libro 2.
TRIGGER WARNINGS ⚠️
Ansiedad, depresión, descripción de ataques de pánico, trauma familiar y abuso de figura de poder
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Solo deja que te toque © [EN PROCESO]
RomanceCuando dos personas están destinadas a estar juntas no importa el tiempo que pase, ni las nuevas personas que lleguen porque, al final del camino, volverán a encontrarse y nunca más se dejarán ir. Así podemos hablar de la historia de Hope y Sam, bu...