Capitulo 3 - Hope

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SOLO QUERÍA
Boston, Massachusetts, 2012

—Este libro es arte —suspiré leyendo diálogos sueltos de página al azar.

—Si te gusta ese deberías leer “El amor de Lady Liana”, también es muy bueno —admitió.

—¿Lees mucho romance? —reí.

—Leo de todo, mi mamá es fan de ese tipo de novelas y la mayoría me gustan —se encogió de hombros.

—Vale, ya compré mis libros del mes y ya los leí, pero si tienes el libro te exhorto a prestármelo.

—Por mi está bien —de levantó de su asiento.

—¿Ahora? —pregunté confundida.

—Presiento que eres de las personas que si aman un libro no paran hasta que lo terminan y presiento que este te gustará mucho.

Recogí mi pote de helado vacío y caminé detrás de él, pidió el ascensor y subimos sin intercambiar palabra pero yo no pude evitar reír por su rostro tan serio, estallé en carcajadas al igual que Sam.

Aunque apenas le conocía ya había descifrado algunas cosas de él. Era callado, tal vez no lo entiendan pero hablaba mucho cuando era oportuno o necesario hacerle, el resto del tiempo permanecia en silencio, serio e inmutable pero se reía mucho de las cosas en su alrededor aunque eran sonrisas pequeña y casi imperceptibles.

—Creo que mi mamá y tía están en casa —avisó abriendo la puerta.

Su apartamento, a diferencia del mío, estaba bien decorado hasta el último centímetro.

—¿Sammy o Danny? —gritó alguien.

—Soy Sam, mamá —respondió con otro gritó rodando los ojos—. Ella hace eso porque se queja de que sus hijos casi no viven en esta casa —se disculpó— aunque es mentira.

Una mujer salió de la cocina. Era menuda, delgada, pelirroja, joven y muy bonita, pero no le encontraba ningún parecido con Sam.

—Sam quise cocinar pero... —se quedó callada en cuanto me vió al lado de sus hijo— ¿Quién es esta guapa jovencita? —inquirió con media sonrisa.

Miré a Sam pensando que me presentaría pero sus ganas de no decir palabra eran demasiado notorias.

—Soy Hope, vivo unos pisos arriba —le sonreí.

—Así que tú eres la famosa Hope —ensanchó levemente sus sonrisa y se recostó en el marco de la puerta—, he oído mucho de ti...

—¡Mamá! —la interrumpió Sam haciendo un tierno mohín con el que le pedía que se callara.

—¿Sam le habla de mí? —pregunté curiosa.

Una sonrisa boba me invadió y no quería irse.

—Sam no habla de nadie pero tiene un poema con tu nombre en su diario...

—¡Mamá detente! —exclamó Sam.

Estaba muy avergonzado y no dejaba de fulminar a su mamá con la mirada.

—No sabía que Sam escribía.

—Lo hace —presumió orgullosa—, sus poemas son muy buenos y...

—Mi mamá volverá a la cocina a hacer lo que estaba haciendo, ¿verdad, mamá?

Esa pregunta sonaba más como una orden.

—No, cariño, te iba a decir que quemé el pan casero que intentaba preparar —se giró hacia mí estirando la mano—. Es un gusto, Hope, soy Claire Hale.

Solo deja que te toque © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora