LO QUE QUISE
Boston, Massachusetts30 de agosto, 2014
—¿Estás seguro? —preguntó mamá por quinta vez.
—Sí.
—Sabes que no es necesario.
—Pero es algo que quiero hacer —le dije tranquilo.
—Pero Daniel no lo hizo.
—Porque amo demasiado a mi madre como para irme —intervino mi hermano, recientemente pelirrojo, echado en mi cama.
—Mamá, Daniel vive la mitad del tiempo en el departamento de Ame y Patrick.
—Entonces tú vive la mitad del tiempo en lo de Hiro y la otra mitad aquí.
Mi hermano y yo no pudimos aguantar la risa por el tono de verdadero sufrimiento que mamá estaba usando para intentar convencerme de no mudarme. Hiro estaba un poco desesperado en mudarse de la casa de sus padres, era feliz con la idea de seguir siendo un mantenido, con la diferencia que sea en un lugar que siguiera sus propias reglas.
Le había dicho a su padre que compartiríamos habitación en la residencia de la universidad, cosa que era solo media verdad pues yo aún no decidía si quería mudarme. El señor Nasati logró ponerse en contacto con mi padre para proponerle que en lugar de tener una pequeña habitación para dos, nos dieran un apartamento cerca de la universidad. A mi padre le pareció una idea magnífica, tanto que no le contó a mamá hasta que firmaron el contrato de alquiler por un año.
Mamá no le dirigió ninguna palabra por más de dos semanas y Daniel no dejaba de burlarse con que se notaba quien era su hijo favorito.
—Estaré a quince minutos de aquí —le recordé—, puedes ir cuando quieras, mamá.
—No es lo mismo —se quejó. Me acerqué a ella y la rodeé con mis brazos—. Eres mi pastelito, mi bebé menor, es demasiado real que ustedes han crecido cuando es tiempo de ayudarlos a mudarse. No quiero despertar un día y ver sus habitaciones vacías.
—La mía no lo estará, no me llevaré todas mis cosas, solo la ropa y lo que sea indispensable para estudiar.
—Se cumplió nuestro sueño, mamá, Sam no llegará a casa con más libros de los que puede leer en una vida.
—Solo me falta leer el dieciocho por ciento de los libros que tengo, Daniel.
—Dudo que sea un número pequeño considerando la cantidad de libros que tienes, ¿cuántos son? —preguntó con falsa inocencia.
Mamá rompió nuestro abrazo para dedicarme una mirada severa.
—Te prohíbo que vuelvas a llenar tu habitación de libros repetidos, nadie necesita diez copias distintas del mismo libro —señaló la pila en mi escritorio.
No era cualquier libro, quise defenderme, pero lo pensé mejor y me quedé callado. No necesitaba explicar por qué compraba El club de la pelea cada que encontraba una edición distinta.
Terminé de guardar mi ropa en las cajas, Daniel me ayudó a subir todo a mi auto e iría conmigo al apartamento donde Hiro esperaba. Él llevó sus cosas la noche anterior.
—¿Audrey viene? —preguntó Daniel, tomando la última caja.
—La veremos allá cuando salga de su sesión con el psicólogo.
—Llamaré a los chicos y pedimos algo de comer, para inaugurar el lugar.
—Buena idea, solo no dejes que Hiro te persuada en comprar sushi, de ser por él lo comeríamos todos los días.
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Solo deja que te toque © [EN PROCESO]
RomanceCuando dos personas están destinadas a estar juntas no importa el tiempo que pase, ni las nuevas personas que lleguen porque, al final del camino, volverán a encontrarse y nunca más se dejarán ir. Así podemos hablar de la historia de Hope y Sam, bu...